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jueves, 20 de junio de 2013

Demà és dia de festa



Demà serà lo dia.  Desprès de tant de temps convivint en la quotidianitat ha arribat l’hora de trencar los lligams i passar a la vida adulta, així, com si tal cosa.

Se que pujaré la interminable costa, una vegada més.  Se que ho faré més a poc a poc de lo habitual, delectant-me en lo meu propi cansament, intentant fer-lo meu i acaronar-lo, estrènyer-lo i ofegar-lo, per veure si així soc capaç de atrapar una sensació i recordar-la per sempre més.

Demà quan torni a fer lo camí del col·legi, de mestra, de les “escueles,” del “cole” no podré fer més que rememorar los camins que, sense adonar-me’n he fet est mateix recorregut.  Amunt, amunt; corre, corre que no facis tard; apresa, apresa que no arribes.  Demà quan torni a fer lo camí recordaré tants dies viscuts assegut al pedrís del pati o a les escales conversant sobre temes intranscendents, que de tant intranscendents esdevenen transcendents i vitals pel dia a dia, amb altres mares.  Recordaré llargues converses en la meva dona, llargs silencis reconfortants i mil un comentaris sobre los nostres fills dels que no ens cansem mai de parlar.  

Demà quan torni a fer lo camí vull aturar-me i contemplar-ho tot des de la perspectiva de la melancolia que ja tinc dret a gaudir.  Vull observar, novament, les teulades.  Vull tornar a escoltar lo remor dels xiquets que fan gresca al pati.  Llavors tancaré los ulls i pensaré que res no ha canviat, que és un dia com qualsevol altre.  Que demà tornarà a ser com avui.

Demà quan torni a fer lo camí vull evocar la festa que m’espera.  Vull arribar i comprar uns numerets dels que toquen.  Vull recolzar-me a la barra del bar improvisat i vull veure com les actuacions és succeeixen una darrera l’altra.  Vull fer veure que no passa res de res.  Vull que tothom pensi que és un dia com qualsevol altre dia, però se que quan arribi lo moment en que sortiran los alumnes de sisè, una ma peluda i forta m’estrenyerà lo cor i me’l farà pujar cap a munt, a l’alçada de la gola, i, Deu no ho vulgui, quan facin entrega de les orles és més que probable que la meva masculinitat s’enfonsi definitivament.  Desprès arribarà l’hora de l’adéu definitiu.  Serà l’hora de menjar un sec entrepà assegut a una cadira de plàstic, i aquest serà un dels millors sopars que hauré fet en la vida, perquè serà un moment que espero recordar durant molt de temps.  Serà lo moment també en que algú per la megafonia demani al propietari d’un Hyundai coupe, de color groc, amb matrícula de Girona, faci el favor de moure’l perquè està destorbant a algun pesat que vol marxar quan encara queda molta festa per viure.  Serà lo moment de dir adéu a la infantesa i saludar a la vida quasi adulta del nostre fill, l’anomenada adolescència, on, sense voler, és fica distància entre uns i altres, però on també és moment de descoberta mutua.

Demà quan faci lo camí de tornada de mestra em sentiré com qui tanca una etapa de la vida.  Una etapa plena de moments feliços i moments tràgics, però una etapa en la que he conegut gent que realment ha valgut la pena de conèixer i on m’he conegut a mi mateix com mai m’havia conegut.

Demà quan faci lo camí de tornada de mestra començaré un nou camí cap a una nova vida.

Gràcies a totes.  Gràcies a tots.  Espero que ens continuem veien a la vida adulta.

jueves, 6 de junio de 2013

La escalada violenta


I

SEAMOS CONSECUENTES

Esto son dos locos que se han escapado del manicomio y en plena huida, aún bordeando la tapia del frenopático, encuentran una escopeta tirada en el suelo.

-          Mira unos prismáticos- dice uno de los mochales.
-          ¡Ostras que suerte!  A ver a ver- replica el otro tomando la escopeta por los cañones y utilizándolos a modo de largavistas.

De repente, la escopeta se dispara y le revienta la cabeza al tarado que pretendía observar a través de ella.

-          Ostras tú, –dice el otro loco- no me mires con esa cara que yo también me he asustado.

Sirva este viejo chiste para introducir cual es mi relación con las armas de fuego.  Podría fácilmente confundir una escopeta con unos prismáticos y acabar mis días esperando ver algo a través de tan siniestro artilugio.

Todo esto viene a colación porque cada vez es más frecuente escuchar comentarios que instan a la colocación de bombas, al asesinato selectivo y, en fin, a la sublevación violenta en cualquiera de sus expresiones.  Ciertamente, cuando se oyen este tipo de comentarios, uno espera que se trate más de un exabrupto que de una decisión profundamente meditada.  Por si acaso quería hacer mi pequeña reflexión sobre cuestión tan peliaguda.  Aunque lo que escriba tenga menos proyección que un Cinexin, espero, al menos, dejar clara mi postura por si las moscas.

Resulta tentador pensar que el camino más corto para la consecución de la propia verdad sea el uso del terror.  Si el otro tiene miedo, se bloquea y deja de joderme.  Ahora bien, si leemos un poco de historia podremos deducir que el terror es y ha sido un instrumento del poder y como tal, aquellos que no ostentamos el poder ni deseamos ostentarlo, deberíamos abstenernos de usarlo para conseguir ningún fin.

Pese  a haber personas que indican que el concepto del terror parte de la Revolución Francesa, la verdad es que no estoy muy de acuerdo con esa afirmación, puesto que, aunque se hable del periodo del terror para referirse a una época concreta de la citada revolución, el poder no ha hecho nunca ascos al uso de la fuerza para atemorizar a los más débiles.  Si somos capaces de tener claro que el terror y el uso de la violencia es patrimonio del poder será mucho más fácil evolucionar (para quienes partan del uso de la violencia) hacia posturas no violentas que tengan como finalidad alcanzar la sociedad fraternal.

No siempre el camino que parece más corto es el que conduce hacia el lugar adonde queremos llegar.  Conviene no olvidar lo que le sucedió a Caperucita Roja que, dejándose asesorar por el Lobo Feroz, tomó el camino equivocado para ir a casa de su abuelita.  Por tanto debemos tomarnos las cosas con la calma que merecen.  Es mejor caminar despacio, pero hacerlo en la dirección correcta, que dejarse asesorar por el lobo malo y acabar corriendo como pollo sin cabeza pensando que cada vez falta menos para llegar allá adonde nos habíamos propuesto.

En realidad la postura de la no violencia, la resistencia pasiva y la acción directa (actualmente llamada escrache) es la más temida por el poder.  Tengamos en cuenta que el poder está muy preparado para reaccionar contra cualquier brote violento.  De hecho es lo que más desea.  ¿Os habéis dado cuenta de que en cualquier medio liberal o del llamado “carajillo partie” se preguntan día sí y día también por qué no hay una sublevación?   ¿Por qué el pueblo no se arma y toma las calles?  ¿Verdad que es raro que esta gente se lo plantee?  La respuesta es bien sencilla, si alguien está preparado para afrontar un ataque violento es el poder.

¿Cómo está reaccionando la sociedad de este país ante el drama de la crisis (paro, desahucios, etc.)?  Pues de la manera más sorprendente y desconcertante para el poder:  a través de la solidaridad.  Sí, vale, me diréis que esta solidaridad está partiendo de las familias.  Cierto, pero no siempre.  No es raro ver muestras de solidaridad y apoyo mutuo entre vecinos, entre movimientos sociales, entre amigos y en fin entre la sociedad civil en general con gestos que en algún caso llega a conmover.  ¡Ojo!, hablo de solidaridad y apoyo mutuo, no de caridad.



II


UN POCO DE BIOGRAFÍA Y UNAS POCAS DE MEDALLAS

Eran mediados de los ochenta cuando un grupo de jóvenes de Fraga (alguno de ellos realmente joven) decidimos juntarnos para formar el “Col·lectiu per la pau i lo desarmament”  Era una época compleja, donde el movimiento anti OTAN estaba contaminado por sujetos prosoviéticos.  No se me entienda mal, había de todo, pero entre los anti OTAN también había miembros del partido comunista que estaban en contra de la OTAN, pero no en contra del armamento como medida disuasoria.  De hecho, de este movimiento surgió después lo que hoy conocemos como Izquierda Unida.  De todas formas no era el caso del Col·lectiu que constituimos en Fraga, donde teníamos muy claro que las armas no podrían tener la razón, sólo la fuerza.  Creíamos (y continuamos creyendo) en la resistencia pacífica y en la no violencia, por tanto, de ninguna manera, podíamos estar de acuerdo con el ingreso de España en una organización bélica y belicista como la OTAN.

Fue una época muy agitada y en un pueblo la verdad es que, a veces, las posturas se ponen cuesta arriba.  Eran los tiempos en que ya luchábamos por la supresión de la mili obligatoria y nos acercábamos al ecologismo.  A todo esto me llegó la edad de ser llamado a filas.  Ya llevaba tiempo atormentado con el dichoso momentazo.  No disponía del valor suficiente como para declararme insumiso y pasar una temporada entre rejas, con el añadido de las amenazas del gobierno del PSOE de inhabilitación para trabajar en la administración pública, prohibición de sacarte el carnet de conducir y otras sandeces.  Así pues, me declaré objetor de conciencia, lo que implicaba más tiempo de servicio social sustitutorio.  Dentro del Col·lectiu y de mi círculo más cercano nunca se me cuestionó esta decisión.  Por encima de todo está la libertad individual.  Era lo que yo había decidido y nadie me lo cuestionaba.  Ahora bien, en otros círculos no tan cercanos me llegaron a acusar de cobarde.  Estos acusadores eran los defensores del servicio militar obligatorio.

-Si en la mili haces muchos amigos.  Mira, yo, los mejores amigos de mi vida los he hecho en la mili.  Además, ¿de qué tienes miedo tú?

En fin…  Lo más gracioso del caso es que estos mismos para los que entonces era un cobarde ahora soy un elemento al que presuponen tendencias violentas.
  

III

GENERALES, SOLDADOS O REVOLUCIONARIOS

Los exabruptos a favor de actos violentos o armados que he escuchado no partían de elementos que a priori pudieran parecer antisistema, sino más bien al contrario, podríamos hablar de sujetos claramente integrados en el sistema, von unos valores democráticos formales que no merecerían el más mínimo atisbo de sospecha.  Sin embargo, son capaces de proferir  exaltados discursos sobre la necesidad de liarse a tiros a la mínima de cambio.  Es de suponer que estemos ante una hornada de nuevos generales que desean fervientemente lanzar a sus tropas a defender un ideario que ni siquiera se han dignado a desarrollar, simplemente se mueven por el impulso de la solución inmediata.

Bueno, no nos pongamos melodramáticos.  Lo que pienso que en realidad sucede es que estamos ante una frustración generalizada que lleva al exabrupto por el exabrupto, sin pararse a razonar.

La vida humana es el único bien con el que venimos de fábrica y por tanto es el único que realmente merece ser conservado hasta el final.  Esto que me ha quedado como un mal chiste lo que quería decir es que nadie tiene derecho a disponer sobre la vida de otro individuo, sea cual sea el fin que quiere conseguir.

Todo esto no quiere decir que, puesto que nos declaramos pacifistas y no violentos tengamos que ser unos primaveras, vivir en los mundos de Yupi y dejarnos arrastrar por el sistema, sino que esto lo que nos da son las herramientas y los elementos para trazar el camino a seguir.  La resistencia pasiva, la transgresión y la rebeldía, la acción directa, la solidaridad y el apoyo mutuo son cuestiones que en ningún caso tienen que ir acompañadas de acciones violentas, sino de un ansia de cambio y amor fraternal que está por llegar.  Precisamente la actitud no violenta es lo que le da coherencia a la consecución de este fin.



IV

CONCLUYENDO

Sería de pardillos pensar que esta actitud no es peligrosa.  La historia nos demuestra que los individuos más “moderados” son los que más molestan al sistema.  Salvador Seguí, Martin Luther King, Gandhi, todos ellos murieron de forma violenta por pretender cambiar el sistema desde posturas conciliadoras con la humanidad.  Puede parecer increíble, pero esto es lo que más desconcierta al poder y por eso reacciona de forma violenta.  A pesar de que ahora no se estile mucho lo de atentar contra la vida, en las democracias formales, nada impide colgarte el sambenito de terrorista, etarra o cualquier otra zarandaja por el estilo.  A ver si así aprendes tú y tus amiguitos a andar jugando con las cosas de la política.

En fin que el camino es largo y tortuoso, pero nunca nada satisfactorio y duradero es fácil de conseguir.