Translate

jueves, 30 de enero de 2014

Bon voyage



M’han dit que ara que no dirigeix El Mundo, Pedro J. Ramírez, ha rebut una oferta per a treballar a la cooperativa de Mondragón.  No, espera, crec que m’he fet un embolic.  Ah, val, que on ha d’anar a treballar és a La Orquesta Mondragón i que ho farà amb la seua Renault Kagoo.  Bufa Manela! quin embolic que porto.  Dit això, encara em queden dubtes sense resoldre.  Que pensà en Polanco de tot això?  Ah, que Polanco ja va morir.

Què serà del periodisme d’investigació?  Qui destaparà escàndols de socialistes etarres fent petar trens al mig de Madrid?  Amb qui farà ara la pinça Birmana?  Ah, que no era Birmana la pinça.  Doncs crec que és millor una bona pinça Birmana que tenir tractes amb el califa de Còrdova i la hiena bigotuda.  Ui, se m’ha escapat... la pinça Birmana en realitat no existeix.  Lo que si ha existit és un senyor de ment retorçuda que ha estat inventant-se investigacions que no han existit mai, que ha mentit descaradament i que ha creat opinió entre les classes més retrògrades d’aquest país, emportant-se, de retruc, algun progre que s’ha passat de frenada.

Senyor Pedro J. Ramírez que tingueu sort i sobretot aprofiti l’avinentesa per a dedicar-li més temps a l’Ágata.  Faci algun viatge amb l’Inserso, que se jo, a Benidorm o a qualsevol altre lloc, aprengui a jugar a la petanca, a la botifarra o a qualsevol altra cosa que el pugui mantenir allunyat del que ha estat la seva arma de destrucció massiva:  el pseudoperiodisme de saló.

Com diria el Javier Gurruchaga:  Bon voyage.

lunes, 27 de enero de 2014

También los enanos empezaron pequeños



Un viejo chiste explica que estaban tres amigos charlando tranquilamente cuando uno de ellos plantea la cuestión de los viajes a Nueva York y explica que habrá visitado la ciudad en unas diez o doce ocasiones.  Tras esto pregunta al otro amigo:

     Y tú, ¿Cuántas veces has estado en Nueva York?
     Pues, yo— contesta el amigo— siete u ocho
     ¿Y tú?— inquiere al tercero.
     Yo— responde— una o ninguna.

Esta semana ha explicado el gobierno, a través de Soraya Sáenz de Santamaría, que rebaja el IVA de las obras de arte, que pasará de un 21% a un 10%.  Como soy un ser despreciable y desagradecido, en lugar de alegrarme y dar brotes de alegría, por aquellos de los brotes verdes, me he sentido, una vez más, insultado por el gobierno.

Pese a la cara de buena chica que trata de poner Soraya, cada vez me recuerda más a Aslhey de American Jewelry and Loan, de manera que en lugar de despertarme confianza me pone en guardia a la espera del famoso: ¡que te den zorra!, que profiere sin interrupción en el programa de televisión.

Pese a todo, trato de reponerme a la visión de Ash y analizo las palabras más que las sensaciones y me pregunto:

     ¿Cuántas obras de arte he comprado en mi vida?  Y no solo eso. ¿Cuántas tengo previsto comprar?
Respuesta:  Una o ninguna.
     Entonces, ¿quién compra obras de arte, por norma general?
Respuesta:  Aquellas personas con un importante cash (eufemismo que se emplea ahora para esconder una definición malsonante) en su poder y que desean convertirlo en una inversión a largo plazo.  Por tanto estaríamos hablando de individuos más bien ricos o de cierta fortuna.  Una vez más el gobierno legislando a favor de las minorías, para que luego digamos.

Dice Soraya-Aslhey con semblante de carnero degollado, que por algún sitio hay que empezar…  Y yo le digo que sí, que efectivamente,  por algún sitio hay que empezar, como los enanos, que empezaron siendo pequeños y mira hasta donde han llegado.

domingo, 19 de enero de 2014

Los sueños, sueños son




Me gustaría ser Grey para proyectar mis cincuenta sombras.
O pasar por todas las edades de Lulú y tener una Madrastra.
También me gustaría llamarme Ismael
y matar ciclópeos cetáceos albinos
mientras paso cien años de soledad.
Desearía ser una puta alcahueta
para concertar encuentros entre Calixto y Melibea.
Desearía ser capaz de enamorar con mi verborrea, después de muerto,
pese a mi nariz.
O ser el Cancerbero que da bocados infernales.
Me gustaría estar tan triste como esas putas
y vivir en una ciudad llena de perros.
Me encantaría pasarme veinte años tejiendo
y tejiendo
esperando noticias de Troya.
Desearía ser un sucio borracho apestoso, llamado Hank,
tras el que sucumben todas las mujeres.
Ser parte de esa historia interminable,
tener un padre caníbal,
ser lápiz de algún carpintero
o anillo de poder.
Pero al final de todo,
Cuando cierro los libros,
lo que más me gusta
es continuar soñando,
porque si sueño
soñando
soñando…

martes, 14 de enero de 2014

Ya están aquí



La revolución es aquello que sucede mientras te lamentas de que la gente no está haciendo lo suficiente por cambiar las cosas (Patricio Barquín)

Como hoy me siento ufano de mi mismo y altamente desvergonzado, he decidido iniciar esta entrada citándome a mí mismo.  Tal vez esto se deba a que el hartazgo y el hastío están empezando a hacer mella en mi persona y me hacen perder los papeles.

Sucede que estoy cansado de oír-leer una y otra vez que no se está haciendo nada.  Que el gobierno nos anda jodiendo y estamos como adormilados o atontados.    Esto en el mejor de los casos, porque también ocurre que alguien se molesta en escribir extensísimos artículos que, tonto de mi, leo y que tienen como única finalidad la cháchara quejicosa y pesimista.  ¿Realmente estas personas no se han dado cuenta de todo lo que está sucediendo a nuestro alrededor?  ¿O es que yo vivo en los mundos de Yupi?  Veamos:

La situación que vivimos tiene poco de original, de hecho lo que ha cambiado es que durante unos años parecía que este sistema “colaba”, pero ahora es una situación y un sistema que ya no “cuela”.  O sea, que el chocolate del loro ya no sirve.  Este hartazgo se ha ido gestando, también, durante unos cuantos años.  No es algo que un día sencillamente estalló, han sido necesarios años de desengaños y de organización para llegar a la situación en la que estamos.

Tal vez la primera explosión social espontánea y autoorganizada podríamos encontrarla en las madres gallegas que, hartas de ver morir a sus hijos, se lanzaron a la calle dispuestas a combatir la mafia de la droga y a ponerle las cartas bocarriba al sistema, que escondía la cabeza como un avestruz, básicamente porque era una situación que le iba estupendamente.  Jóvenes consumidos por la droga y poco conflictivos.  Más adelante surgieron otro tipo de movimientos asamblearios y horizontales como las asambleas de parados.  Todo esto fue un caldo de cultivo para que en un momento determinado explotara el 15M y todas las consecuencias que de él se han derivado: marea verde, marea blanca, PAH, etc.

El sistema reacciona a esta autoorganización social con las herramientas con las que lo ha venido haciendo hasta ahora, es decir, criminalizar, menospreciar y sobre todo silenciar a estos grupos.  Digo que esto no es nuevo porque siempre lo ha hecho.  Los maquis, por ejemplo siempre fueron bandidos y salteadores de camino, del mismo modo que, ahora, la oposición al TAV se nos dice que es ETA.

Vale, dicho esto, si realmente crees que no se está haciendo lo suficiente… ¡haz tú algo!, pero deja de quejarte.  Mira, hay infinidad de sitios donde puedes canalizar esa frustración que te reconcome y las redes sociales virtuales o las analógicas (eufemismo de bar) no son el mejor sitio para que te realices.  Lo mejor es que pienses en alguna de las mareas, en la PAH o en cualquier otra de las muchas organizaciones horizontales que existen y empieces a trabajar con ellos para cambiar las cosas.  Y si lo que ya hay no te convence, pues organizas algo.  Desde que Gutenberg inventara la imprenta que  convocar a otras personas a una reunión en cualquier lugar resulta bastante fácil.  Si el papel no es lo tuyo, puedes hacerlo desde las redes sociales, desde tu blog o desde las páginas de contactos del periódico deportivo de turno.  Pero sobre todo, no olvides que “hacer algo” supone compromiso y trabajo.  Si empiezas algo plantéatelo como un proyecto a largo plazo y en el que debes ser constante.  Pero, por favor, deja ya de quejarte porque la revolución está sucediendo junto a ti, mientras te quejas de que nadie hace nada, mientras te preguntas el porqué habiendo tropecientos millones de parados  no ha estallado la Revolución (así con mayúsculas para que puedas verla), resulta que está estallando junto a ti y no te has dado cuenta.