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miércoles, 12 de noviembre de 2014

De corrupciones y corruptos



Cierto es que nada más ver este título, yo, ni me molestaría en seguir leyendo.  Tal es el hastío que me provoca la corrupción que no me merece el más mínimo interés.

     Entonces, ¿qué hace este escribiendo sobre corrupción y corruptos?— os preguntaréis aquellas personas que a estas alturas no me hayáis enviado ya a saltear turiones.

Pues resulta que no es exactamente de la corrupción de lo que quiero hablar, sino de la culpa.  Ese sustantivo tan malquerido y vilipendiado.  Porque la culpa, digámoslo claramente, es una carga que no quiere llevar nadie y no contentos con no quererla llevar tratamos de colocarla al primer incauto.

Desde que el 15M tomara forma, lxs ciudadanxs conciencia y el sistema se colapsara (no sé si es el orden, pero no altera el producto) hay una moda instaurada en el poder (políticos, medios de comunicación y cerebros abotargados) de lanzar culpas sobre los ciudadanos de a pié.  Así pues, al principio del colapso financiero la culpa era nuestra por haber vivido por encima de nuestras posibilidades; tras los primeros desahucios la culpa fue nuestra por haber pedido créditos que no podemos pagar; la crisis de la sanidad es nuestra porque acudimos demasiado a urgencias y nos encantan las recetas, las bajas simuladas y tomamos antibióticos como si fueran gominolas; las jubilaciones no se pueden seguir pagando porque tardamos demasiado en morirnos, y así podríamos seguir hasta llenar varias páginas de sandeces.

Sin embargo lo que se oye últimamente, bajo mi punto de vista, supera ya cualquier asomo de escrúpulo.  Lo último de lo último no es hacer cola para comprarse el iphone megagrandequetecagas, ni apuntarse a un curso de cupcakes, ni practicar el running con uniforme decathlon, no; lo último de lo último es que cuando alguien saca a colación los recientes casos de corrupción aparece un tercero para alegar:

     Es que claro, tú, si puedes, también te escaqueas de pagar el IVA al tipo del taller o al fontanero.

Bueno, vuelta la burra al trigo.  Y mira que ya lleva días trillando y trillando, que no se qué narices de trigo espera sacar en esa era.

Ahora mismo reconozco que no dispongo de los argumentos necesarios para explicar porque no es lo mismo la corrupción en las instituciones que no pagarle el IVA de la factura del paleta, pero continuaré reflexionando el tema a ver si consigo un argumentario mínimamente divertido.  En cualquier caso la música me suena igual que en otras ocasiones: tratan de derivar las culpas en los más débiles.  Porque no se trata de si una cosa o la otra, sino más bien de no desviar la atención.  Por ejemplo:

Supongamos que estamos en una reunión de vecinos y yo planteo que habría que pintar la escalera porque está hecha una calamidad y hace más de diez años que no se pinta.  Entonces el presidente del bloque se me encara y me dice:

     Pues mira que tú.  Hay que ver como tienes de sucias las paredes de la cocina.  Eso sí que haría falta que lo pintaras.

Todos los vecinos convienen con el presidente que mi cocina está asquerosísima y que sin más dilación debo proceder a pintarla.  ¿Qué conseguiríamos?  Básicamente que mi cocina estuviera estupenda pero el espacio común que es la escalera diera un aspecto de edificio abandonado y cochambroso.

Más o menos es lo que está pasando con este sistema.  El espacio común tiene aspecto de abandono y de cochambre, mientras nos exigen que mantengamos nuestras cocinas impolutas (imagino que será por si un día quieren venir a comer a casa o algo así) y claro esto no conduce a nada.

Sea pues que debemos tomar las riendas para dar respuestas a la corrupción y para ello hay que acudir al origen del mal.  No sé si equivocadamente creo que el origen de la corrupción no se encuentra en las personas.  No se trata de si esta o aquella persona, ni  tan siquiera de si este o aquel partido.  Para mí el origen de la corrupción se encuentra en el poder, por un lado, y en la falta de sentimiento colectivo, en el otro.  Aquellos individuos que tienen poder no han de rendir cuentas a nadie, ellos son el poder.  Por más que nos digan que una vez cada cuatro años se someten al pueblo esto no es cierto, ya que existen leyes electorales que no permiten el ascenso de cualquiera y tampoco existen los mecanismos para que quienes manejan nuestro dinero nos rindan cuentas.  ¿Cómo se articula esto?  Bueno, pues básicamente las plazas del 15M (por no ir demasiado lejos en el tiempo) nos mostraron lo que es la democracia participativa o democracia directa y resulta que es un espacio donde se plantean muchas cuestiones que no pueden tener más que la respuesta que entre todos seamos capaces de dar.  Por lo tanto se trata de construir un espacio que no dé lugar a que nadie detente poder sobre otra persona o grupo de personas y todxs tengamos que rendirnos cuentas los unos a los otros.  Pero por encima de todo tiene que ser un espacio donde el amor y la alegría nos acompañen.  Nada de odio, cabezas rodando ni masas.  Sólo amor fraterno e individuos organizando libremente nuestras vidas y construyendo la sociedad que queramos entre todos sin que nadie ostente poder sobre los demás.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Viaje organizado



Trento 5.00h Salimos rumbo a Roma.  Con lo poco que me gustan los viajes en autobús y ahora me veo en estas, cruzado el norte de Italia en un solo día.  A ver, que no es que sea un palizón de viaje, pero como ya he dicho, odio los viajes en autobús.  Suerte que a mi lado está mi novio, Rufus, y como le veo así de perfil, puedo deleitarme observando esa patilla y esa arruguita que se le forma en la comisura de los labios que tanto me enloquece.  Además, nada más salir, se ha recostado en mi hombro y se ha quedado dormido y he acompasado mi respiración a la suya para tratar de no pensar en el viaje que nos espera.

Cerca de Verona 6.03h ¡Lástima de viaje!  Con la de sitios bonitos que estamos pasando.  No digo yo que fuera necesario pasar por Venecia, que queda un poco a desmano, pero hubiera estado bien.  No tanto por la ordinariez de darse un paseo romántico en góndola, como por el placer de perdernos en la noche veneciana callejeando cogidos de la cintura, dejándonos embargar por el leve toque de salitre que envuelve sus callejuelas, la incertidumbre de perder por completo el sentido de la orientación y besarnos en los rincones oscuros y estrechos que invitan a ello.

Lo que sí es una lástima es que estamos pasando junto a Verona y no se puede consentir de ninguna manera que no nos hayan dejado hacernos una foto, a Rufus y a mí, en la puerta de la casa de Julieta besándonos mientras nos juramos amor eterno.  O ver una ópera en la monumental Arena vestidos como marqueses.  Esto es una  porquería de viaje.

 Llegando a Módena 7.33h  Esto debe ser una broma pesada.  Han despertado a Rufus y nos han repartido un bocadillo con una asquerosa loncha de queso fundido, en el mismo momento que dejamos el desvío hacia Parma.  Esto debería estar tipificado como delito de lesa humanidad.   Doy por sentado que Módena tampoco la podremos visitar como merece, y mucho menos visitar alguna bodega de buen vinagre para hacer unas catas.

Florencia 9.13h  A estas alturas de viaje tengo la vejiga a punto de reventar y las tripas se revuelven como una vieja lavadora en modo centrifugado.  Creo que es el maldito queso fundido.

Trato de convencer al conductor de que necesito parar como sea.  Ahora mismo mi cuerpo sueña más con la porcelana del inodoro que con los mármoles de las esculturas de los Uffizi.  Tampoco sueño con El Nacimiento de Venus ni con La Anunciación.  Ni siquiera tengo la necesidad de Pisa y su conjunto monumental que avoca a un síndrome de Stendhal incontrolado.  Solo quiero un maldito retrete.


Roma 12.13h  Afortunadamente el conductor se apiadó de mí y me dejó evacuar.  Con el cuerpo más sosegado no puedo dejar de pensar que la comida será igual de desastrosa.  Ya me lo estoy imaginando.  Pasta blanca pasada de cocción y servida en un recipiente de plástico de los chinos.  Nada de vino de la Toscana, nada de mozzarella, nada de parmesano, nada de pasta fresca acabada de hacer y por supuesto nada de helado italiano.

Se acabó.  Ya no veremos nada que merezca la pena.  Todo por culpa de Rufus.  Bueno de Rufus y de esa manera de pedirme las cosas que hace que me derrita.

 Intentar robar el Moisés de Miguel Ángel no fue una gran idea.  No sólo por el hecho de que pese 25 toneladas, sino porque abulta demasiado y nos pillaron los primeros carabinieri que nos cruzamos en Trento.  Y ahora, aquí estamos, rumbo a la cárcel de Reina Coeli en Roma.  Encima como Rufus es como es no me deja hacerle ni una carantoña.  Dice que los homosexuales están muy mal vistos en la cárcel.  En fin.