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martes, 13 de noviembre de 2018

Bohemian Rhapsody


Anoche fui al cine a ver Bohemian Rhapsody y volví a verificar que los críticos de cine son una pandilla de pajilleros.  Pero ¿qué mierda me han estado contando?.  ¡Si no he hecho más que leer críticas destructivas con la película!.  ¡Esto que es!  ¡Pandilla de disgustados!  ¡Qué son una pandilla de disgustados!.

La película está espectacular.  Los actores son increíbles y no solo por el sorprendente parecido físico con Queen, sino porque imitan a la perfección la pose y los gestos de cada uno de ellos.  Si tuviera que ponerle alguna pega a la película, que no sé por qué debería hacerlo, es que los dientes de Fredy Mercury son un tanto exagerados.  Pero, ¡menuda chorrada!, ¿no?  Es más, Rami Malek hace un trabajo brutal y Gwilym Lee está impresionante, parece que tengas en la pantalla al mismo Brian May.

La película me hizo vibrar.  Me emocionó como hacía tiempo que no lo hacía en el cine.  Lloré, reí y no aplaudí, como hacíamos en el cine de pequeños, porque me he vuelto un adulto insulso, que si no…  Tampoco coreé las canciones porque confieso que nunca he sido muy fan de Queen, aunque reconozco que el motivo principal para no hacerlo es la absurda educación que me obliga a esconder mis emociones, cuando lo que me pedía el cuerpo era levantarme y corear el “We wild rock you”, o berrear “Mama, uuuuh” en el “Bohemian Rhapsody”.

Ya sé que hay quien dice que si no te gusta Queen pues que…  ¡Joder!, que si no te gusta Queen, ¿a qué vas a ver una película sobre Queen?.  Vete a ver películas de arte y ensayo nord Coreano y deja a la humanidad en paz.  Es que hay que ser tonto del culo y misántropo, ¡joder!  ¡Disgustados!, que sois unos disgustados.  Id al cine y disfrutad del espectáculo.

miércoles, 3 de octubre de 2018

Mamá, quiero ser artista


Cada día tropiezo, varias veces, con diferentes anuncios en Facebook instándome a consumir las cosas más peregrinas.  Comprendo que el algoritmo ese tan famoso, falla más que una escopeta de feria.  Hasta aquí todo normal.  Digamos que puedo tolerar desmanes como que me inviten a consumir pan Bimbo sin corteza o San Miguel 0,0, pero lo que no puedo soportar, en modo alguno, son las tomaduras de pelo.  Me explico:

Llevo unos días topando con una publicidad lanzada desde el perfil “Eventos, publicidad, teatro y cine”, que anuncia castings “remunerados” sin más explicación que el lugar y los días.  Lo cierto es que, en un primer momento, no le di mayor importancia, pero ante la insistencia de la publicidad y la aparición de Fraga como lugar en el que desarrollar la actividad, puse un comentario en el que reclamaba información sobre salario a percibir, convenio colectivo en el que quedaría inscrito si aceptaba la actividad y horarios.  Lo que viene a ser lo normal antes de aceptar una oferta laboral.  No duró ni un cronón el comentario.  Se aprestaron a borrarlo como si les hubiera hablado el demonio.  Y yo me dije: “¡demonios!, aquí hay algo  que no va bien”.  Así que volví a la carga mostrando extrañeza por haber borrado mi comentario.

La respuesta no se hizo esperar en forma de: “para ampliar información sobre las condiciones, le rogamos que contacte con nosotros a través del correo electrónico”.

Transcribo el correo que les remití, literalmente:

“Hola,

Desearía conocer las condiciones laborales en que se desarrollaría la actividad.  Sueldo, convenio colectivo y horarios.

Gracias”

¿Sabéis lo que es un estepicursor? (lo que a Fraga diem “barrella”?)  Exacto, ese matojo que da vueltas en las pelis del oeste.  Pues eso ha pasado en mi mail desde el envío recabando información.  Pero no todo acaba ahí, sino que han vuelto a borrar el comentario junto con su respuesta y, además, han cambiado la privacidad de la página para que no se puedan añadir comentarios a sus entradas.

¿Es una estafa?  ¿Es explotación laboral escondida bajo el halo del atractivo de la fama?  ¿Buscan esclavos incansables que como pago reciban la ilusión de un futuro que no va a llegar jamás?  Eso no podremos saberlo nunca… pero, oye, sospechas han levantado para aburrir.

¡Huid, insensatos!


lunes, 3 de septiembre de 2018

El turista accidental


Escribo estas líneas desde la sala de ordenadores de un alberque que está situado en lo que parece una academia militar en desuso, que debió ocupar el ejército de la antigua Yugoslavia.  Me encuentro, en fin, de vacaciones en Eslovenia, concretamente en Liubliana.  Pero no es de esto, concretamente, de lo que quería hablar.  Pese a ello, debía explicarlo, ya que el ordenador desde el que trato de escribir tiene un teclado configurado para redactar en esloveno y, entre otras cosas, carece de tildes y donde está situada la y griega se encuentra la zeta.   Quiero morir.

El turista accidental, además de dar título a este desvarío, es una novela de Anne Tyler que trata, básicamente, de un redactor de guías de viaje que odia viajar, así que se dedica a hacer guías de viaje para aquellas personas que se ven impelidas a viajar, sobre todo por asuntos de negocios, en contra de su voluntad.

No, yo no estoy aquí por obligación, al contrario, espero este momento del año con verdadera ansia, ya que si algo me gusta en esta vida es viajar.  Pero no adelantemos acontecimientos.

Hoy, entendido como el momento de redactar estas líneas (en realidad, el hoy es que me estoy volviendo loco repasando todo lo que he aporreado caóticamente), hemos tomado el coche de alquiler y nos hemos decidido a cruzar una carretera llamada “el paso de los rusos”, ya que fue construida por diez mil prisioneros de guerra rusos durante la primera guerra mundial.  Una ruta realmente interesante, tanto por el paisaje, como por la dimensión de la catástrofe que representó semejante construcción.  Por poner un ejemplo: doscientos prisioneros perdieron la vida en una sola jornada debido a un desprendimiento.  Además, la carretera, está salpicada de tumbas y monumentos en recuerdo de los prisioneros que allí perdieron la vida.

Hasta aquí todo bien.  Acabamos la ruta, paramos en el pueblo que hay al final de la carretera y tomamos té y limonada fría.  Acto seguido retomamos el viaje de regreso, pero claro, no lo hacemos por el mismo sitio, ya que hablamos de una carretera realmente sinuosa, con curvas de trescientos sesenta grados; así que prendemos nuestros maravillosos móviles y, gracias a la aplicación de turno, le decimos que nos indique el camino de vuelta a Liubliana evitando, eso sí, El Paso de los Rusos.  El móvil nos lleva por una carretera aceptable y nos indica que para llegar a nuestro destino pasaremos por Italia y por Austria.  ¿Qué problema hay?  Estamos en zona Schengen.  ¡Vamos allá!

Transitamos por Italia sin problemas, al fin y al cabo, es un país relativamente civilizado.  Llegando a la frontera de Austria veo una especie de cafetería-club de carretera, junto a la autopista, con un cartel amarillo en el que se puede leer: “vignette”.  Para mis adentros pienso:

     Mira tú que tontería de establecimiento aquí, en medio de la nada, junto a la autopista.  ¿Venden viñetas? —conviene aclarar que llevábamos todo el día en danza y el cansancio empezaba a hacer mella en mis maltrechas neuronas— No sé yo, para que leches quiere nadie comprar aquí unas viñetas.  Además, ¿de qué?  ¿De Mortadelo y Filemón?  ¿De Mafalda?  Mira que no, que no entiendo a estos austriacos.

Mas por aquello del ir conduciendo y pensando, fui macerando la idea de las viñetas y, viendo que no conducían a nada concreto, recordé que “vignette” es algo así como pegatina, pero como ya mi edad es avanzada, también pensé:

—Mira tú que gansada, ¿para que leches ponen en este erial una tienda de pegatinas?  ¿Quién puede tener la urgencia de comprarse una pegatina de Leif Garrett o Demis Roussos?  Yo que nunca he sido fan del Súper Pop. —Date cuenta de cuál será mi edad con estos referentes musicales.  ¡Madre que creo que necesitaba un descansito!

En estas que me vino la iluminación.  Si en Eslovenia habíamos comprado una especie de pegatina que llevábamos pegada al parabrisas para poder circular por el país, tal vez era eso lo que vendían en esa tienda.  Así que se lo hago saber a mi dilecta esposa.

     Esto, ahí creo que vendían pegatinas para el coche y creo que no eran las de “papá no corras”.
     Va, pero si vamos a Eslovenia.  Austria no la vamos a tocar más que veinte kilómetros.

Claro, pensé yo, mucho afán recaudatorio han de tener esta gente, y ser muy malas personas, para hacernos comprar una pegatina feísima por veinte kilómetros de mierda.  Con que continúo conduciendo como si nada.

Ni un minuto había pasado cuando nos sacan de la autopista avisando de un control.  Aquí, si no habéis abandonado todavía la lectura de este muermo, tengo que poneros en antecedentes:

Resulta que debo de usar algún tipo de desodorante que, en lugar de atraer a todas las chicas atractivas de los anuncios, atrae a las fuerzas de seguridad, con lo cual en cuanto hay un control “aleatorio” acabo parado en el arcén entregando toda la documentación y dando explicaciones de: ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy?  y esperando que el poli de turno acabe de cruzar datos con la central, la interpol, la Cia, la Tia y los escopeteros del Volga.

Como mi cónyuge es conocedora de la citada circunstancia y habida cuenta la incipiente barba que portaba me espetó:

     Ya está, será la barba —insisto en que necesitábamos un descansito como el comer.

Con cierto hastío conduzco por el carril de deceleración al que nos desvían tratando de repasar mentalmente toda mi documentación.

Efectivamente, ahí está el poli que me hace señas para que pare a un lado.  ¡Bendita sorpresa!  En un inglés, por fortuna, de “listening” me pide la documentación.  Se la doy.  Revisa todo, habla con su compañero y, ¡oh. sorpresa!, me pregunta que dónde tengo la viñeta mientras me muestra un modelo que creí me iba a vender.  Bueno, le explico que estamos de paso, que en realidad nuestro destino es Eslovenia y que…

     It is a fine of one hundred and thirty euros!  We accept cash and credit card.

Lo que viene a querer decir: “¡qué te calles so tonto que te meto una multa que te cagas!”

     Really!
     Yes!
     Fuck!  —esto último entre dientes.  Tampoco se trata de probar los placeres de las prisiones austríacas.

Salgo, realmente contrariado, del coche y me dirijo hacia la furgoneta que gestiona las multas.  Una chica muy amable (copón con la internacional del poli bueno-poli malo) me pide la documentación y empieza a tramitar la denuncia al tiempo que me pregunta si vamos a pasar mucho tiempo en Austria.  Os juro que mi inglés ha sido siempre macarrónico, pero en ese momento no se de dónde narices me salieron todas las palabras para expresar que no pensábamos pasar más de un minuto en ese país (añadiría de mierda, pero véase el comentario sobre las virtudes del encierro austriaco)  Que todo era culpa del GPS (que buen “fuck” hubiera entrado aquí) que nos había metido en ese país para poder llegar a nuestro destino que era en realidad Eslovenia.

Aquella moza vestida de uniforme tuvo un atisbo así de pequeñito de humanidad, porque nos rebajó diez euretes la multa, dejándola en ciento veinte, lo que no impidió que me fuera de allí con la sensación de estar en un país con un afán recaudatorio inusitado.  Poner un control en la entrada para ver si llevas la dichosa pegatina y como primera opción (podrían ofrecerla en lugar de enseñarla, esconderla y multar) endosarte una multa, no parece que lleve a nada más que hacer caja.

En total fueron 23 kilómetros recorridos dentro de ese país.  Si repartimos los kilómetros recorridos entre 120 euros me salen a cinco euros kilómetro, mas lo que pagamos de peaje.  Así que, ya sabéis, si vais a Austria…  ¡Para qué vais a ir a ese país!  (De mierda añadiría, pero ya sabes, tampoco quiero crear un conflicto diplomático que acabe con mis huesos en una prisión austríaca)

martes, 26 de junio de 2018

Oh! Europa


Que la memòria d’Europa é de curt recorregut queda ben demostrat per l’avanç de les ideologies d’ultra dreta, que cada dia envaeixen lo nostre espai vital, tal com va passar als anys trenta.  Així, dia sí dia també, assistim a la normalització dels discursos excloents i, pitjor encara, merament mercantils.

Vivim una societat que sembla que només pot entendre una mena d’economia: la referida exclusivament als beneficis en forma de més i més diners, sense importar ni les persones ni lo medi ambient.

Eixa economia monolítica i excloent d’altres formes de pensament se repeteix en tanta i tanta insistència, per part dels governants i de les seues veus (los mitjans de comunicació), que han entrat a formar part de l’imaginari col·lectiu; aquell imaginari que estableix com a veritats afirmacions que no s’han reflexionat i simplement s’acabat fent un Goebbels, és a dir, de tant repetir una mentida, acaba esdevenint veritat.

Fa pocs dies, Europa, la reserva espiritual del sistema democràtic, ha celebrat lo que en diuen “una mini cimera” (excel·lent eufemisme per a dir que algú s’ha excedit en prendre una decisió d’acollida), amb lo presumpte objectiu de tractar lo tema de la immigració (altre eufemisme per a dir: a veure com tanquem la porta que fa fred)  I eixa cimera ha consistit, bàsicament, en un vullguer ficar portes al camp en propostes tan progressistes i humanitàries, com la d’Alemanya de retornar al immigrants al punt per agon van dentrar, o la d’Itàlia que vol repartir persones per tot lo territori com si fossin xurros, però que en realitat vol pressionar a la resta de països per a que donen suport a la seua política d’exclusió social de la pobresa, la minoria i la diferència.

Bé, anda ací, tot normal.  Polítiques facistes desfressades de sentit comú que diuen unes coses que van, aparentment, lligades al pensament econòmic i lliberal.  Ara bé, com mos afecten eix tipus de discursos?.  Crec que mos porten a un joc bastant perillós, al que jo també he jugat, però que no convé practicar-lo massa sovint.  En què consisteix eix joc?  Bàsicament en utilitzar la mateixa lògica per a invertir los arguments que ens presenten, és a dir, entrar en lo joc de la mercantilització de les persones.  Vull dir, que allà agon ells expliquen que l’acollida d’inmigrants, també anomenades persones, pot comportar una greu crisi per la despesa que suposen eix tipus d’actes, altres tracten d’explicar que eixa entrada d’inmigrants, altrament anomenades persones, aportarà grans beneficis econòmics al país, ja que són una població jove i saludable que pot treballar molt temps i així mantenir lo nostre sistema sanitari i de pensions.

Crec que mos equivoquem.  No podem entrar a eix debat deixant de costat que estem parlant de persones.  Persones, no ma d’obra, ni beneficis o perjudicis econòmics.  Persones.  Persones en situació de risc, sigue lo risc per una guerra, per una fam o per unes ganes de viure dignament, m’es indiferent.  Si de tant dentrar al drap de l’argumentari del fascisme neoliberal per a desmuntar los arguments perdem la perspectiva de l’humanisme, estarem francament derrotades.  Així que quan te pregunten per què creus que é bo acollir a les persones, pots simplement contestar: per humanitat, veuràs que bé et cau..

lunes, 28 de mayo de 2018

Libertad libertad ¿sin ira?


El respeto ha alcanzado tal grado de culto que ha superado a la libertad.   En los últimos tiempos y como consecuencia de la impunidad democrática con que se imponen leyes desde los distintos gobiernos y sus respectivas oposiciones que han pasado por este país vemos cómo se van degradando las libertades individuales en pos del respeto y la tolerancia.

Ambos conceptos están muy bien para una correcta convivencia, pero no podemos dejarnos llevar por la mentira de quien se dice encargado de aplicarlos como preceptos.  En realidad el respeto está sobrevalorado y la tolerancia ni está ni se la espera por más que se la invoca a todas horas.  Vivimos unos tiempos en que los descastados se plantan frente a la policía para aplaudirles determinadas acciones y son debidamente apoyados y jaleados por los propios cuerpos de represión del Estado, mientras las personas de bien, poco proclives a cerrar filas en torno a casi nada, nos vemos abocadas a sufrir, de una manera más o menos directa la represión del Estado Democrático.

Esta degeneración de la convivencia colectiva es consecuencia directa, entiendo que, de muchos factores, y la ley mordaza, la tipificación del delito de odio y la ley de partidos no son más que la parte visible de una caída libre hacia la pérdida gradual de libertades individuales en busca de una sociedad cada vez más mojigata e intolerante.  Muchos son los factores y muy graves las consecuencias.

Quizás pueda parecer que las tertulias televisivas no son más que una mala caricatura de personajes que imparten sus opiniones como si fueran los enviados de algún ente superior, pero la realidad es que lejos de ser una caricatura o un espectáculo dantesco, son un peligro social.  Esa forma de actuar, de despreciar y de imponer mientras invocan al respeto y la tolerancia es un mensaje que ha calado muy hondo en el imaginario colectivo.  Así, cuando se quiere criminalizar a algún grupo o alguna actitud, bastará con activar el modo tertuliano de una minoría social para que al grito de ¡respeto! se nos aplique más represión.

Cuando Convergència y Unió se planta ante el gobierno del Partido Popular con una propuesta de ley mordaza (http://ala.org.es/ciu-pide-una-mejor-regulacion-de-las-medidas-y-servicios-de-seguridad-en-las-manifestaciones-y-concentraciones-ciudadanas/) lo hacen con la excusa de la difícil convivencia en una Barcelona asolada, según Jordi Jané, por las protestas de los okupas y la destrucción del mobiliario urbano y la imposible convivencia.  Ese y no otro era el argumento, y estas y no otras son las consecuencias de entrar al trapo de la criminalización social de un colectivo sin tratar de saber más, de profundizar y quedarnos solamente con lo que nos disparan desde las pantallas de televisión, ya sea a través de los mantras de los tertulianos o de los presuntos periodistas de investigación que se empeñan en que veamos acciones, que ellos mismos tachan de violentas, y colectivos definidos y clasificados por ellos mismos como violentos y malvados que quieren acabar con nuestras apacibles vidas, por todas partes.  Bueno, por todas partes no, cuando la violencia la ejerce el Estado se empeñan en que veamos una acción necesaria que permite restablecer el orden sin importar el camino ni las consecuencias.

La ley de partidos que se gestó con la exclusiva finalidad de ilegalizar una formación política concreta (Herri Batasuna) fue una precuela de la pérdida de libertades colectivas.  El apoyo de buena parte de los partidos políticos (Partido Popular, Partido Socialista Obrero Español, Convergéncia i Unió, Coalición Canaria, el Partido Andalucista y el erróneo voto a favor de Gaspar Llamazares) con la excusa de un par de enmiendas de poca monta para hacerla parecer una ley más aceptable fueron determinantes para que hubiera un clamor popular favorable.  Otro avance hacia la pérdida de libertades.  Pero este avance no se podría haber producido sin haber creado un clima favorable.  Siempre es necesario, antes de recortar libertades, un discurso falaz que convierta en necesaria la renuncia de la libertad individual en favor de una “convivencia pacífica y respetuosa”.

Pues no, resulta que como sociedad no deberíamos permitir el acomodo en posturas de falso respeto, ni debemos entronizar el respeto a los altares de la democracia, ya que allí, lo único que debería brillar sería la libertad individual y colectiva.  No podemos permitir que la clase dominante (económica y política) nos exija una convivencia carente de conflicto social y de mordaz crítica a las instituciones.  La democracia no debe ser el Sanctasanctórum.  Las instituciones democráticas no son más que instituciones y como tales deben poder ser criticadas.

Todo esto es más que probable que derive de una Cultura de la Transición que tenemos interiorizada y que se trató de romper con el movimiento del 15M, pero la mojigatería social que se ha establecido entre nosotros en los últimos años también tiene mucho que ver.  Mientras no comprendamos que la libertad es nuestro bien más preciado tendremos problemas para poder evolucionar como sociedad.  De hecho, los sucesos más recientes nos demuestran una clara regresión.  Hace 30 años un grupo de música, teatro o cualquier otra expresión de arte grupal o individual podía crear libremente sin temer demasiado por posibles represalias, sin embargo, nos encontramos hoy en día con que, esas mismas acciones que sucedieron en un  tiempo pretérito, pueden hoy devenir en hechos delictivos.  Es esto, pues, una prueba irrefutable de la pérdida de derechos y de lo que ha calado el mensaje de que debemos un sacro santo respeto a las instituciones que más raya la pleitesía que la ciudadanía y que empieza a tener similitudes con regímenes de dudosa calidad democrática y hablo abiertamente, no ya de franquismo, sino de, por ejemplo, Venezuela, Egipto, Turquía o cualquier otro simulacro democrático.



LAS MARRAS (La Polla Records)

Esto es el mundo y yo una persona, todo lo demás llegó después; 
todos los sistemas siempre olvidan ésto 
Poder es fascismo, fascismo es poder 
Poder es fascismo, fascismo es poder 

Esto es el mundo y yo una persona, todo lo demás llegó después 
El poder se pone entre el mundo y yo 
Esto es el mundo y yo una persona, todo lo demás llegó después 
Lo que el mundo dice, el poder lo niega 
Poder es fascismo, fascismo es poder 
Poder es fascismo, fascismo es poder 

No al ejército ni vasco ni español 
que nadie me mande nunca me gustó 
lideres ni ostias ni patrón 
ni poder privado ni popular 
La tierra no tiene dueño 
todas las pisadas le duelen igual 

Cada uno, cada uno, uno es 
y no creo que esto sea muy difícil de entender 


jueves, 26 de abril de 2018

Por sus actos los conoceréis


Los juzgados convierten
Las violaciones en abusos reiterados
A la estulticia en estupor
A la justicia en pantomima
A la inserción en risotada
A la indefensión de la víctima en…
Nueve años de nada
Sin seguimiento
Sin reinserción
Y luego
Vuelta al ruedo
Vuelta a empezar
Vuelta al cuartel

No espero castigo
No deseo venganza
No quiero nada de eso
Quiero que sepan que
No tienen patente de corso
Quiero que entren en un
Largo programa de inserción social
En  un largo programa de humildad social
En un largo programa acompañado de profesionales
Que sean capaces de
Devolverlos a la sociedad para algo útil
No para pavonearse de sus
Miserables
Fazañas
Hazañas
Compañas
Patrañas
Marañas
Artimañas
Entrañas
Alimañas

Ni para que vuelvan
A salirse con la suya

martes, 24 de abril de 2018

Perorata del malnacido


Es el mercado, amigo
Dicen los malnacidos
Mientras saquean nuestras libretas de ahorro

Es el mercado, amigo
Gritan los malnacidos
Mientras transfieren nuestro dinero
A Panamá
Su Panamá

Es el mercado, amigo
Dicen los malnacidos
Mientras liquidan nuestras pensiones
Y encima dicen que vivimos demasiado tiempo

Es el mercado, amigo
Dicen los malnacidos
Mientras nos dicen que ganamos demasiado dinero
Que no somos productivos
Que trabajamos muchas horas
Pero en realidad
Nos dicen que
Pasamos el día de tertulia
Y no merecemos la limosna que nos dan por
Trabajar

Es el mercado, amigo
Dicen mientras nos enseñan
Trapos coloreados
Con los que quieren
Que escondamos sus miserias

Es el mercado, amigo
Dicen los malnacidos
Mientas matan a nuestros hermanos
En alta mar
Para que no puedan venir a ganarse la vida
Que les han robado

Es el mercado, amigo
Dicen los malnacidos
Mientras matan a nuestros hermanos
En el desierto
En las selvas
Y allá donde haya un lugar
En el que robar

Es el mercado, amigo
Repiten los malnacidos
Para convencernos de que
Vayamos a sus malditas guerras

Es el mercado, amigo
Gruñen los malnacidos gañanes
Mientras son financiados con
Nuestros ahorros
Es el mercado
Aquello que les pagamos
Es el mercado
¡El puto mercado!
Lo que les sirve de excusa
Para liquidarnos a punta de navaja

El mercado es la excusa
De los imbéciles
Que creen que nos chupamos el dedo

Sigue hablando de mercado
Mientras nosotras
Iremos despertando
Del letargo
Para desencadenar
La Revolución Social
Entonces
Amigo
Adiós a tú mercado, amigo
No te quedará otra
Que sufrir el más duro castigo al que te podemos someter
Trabajar
Trabajar como nosotras
Trabajar junto a nosotras

Trabaja, amigo
Es lo que hacemos
Las personas honradas
Las personas de bien
Las personas de orden
Amigo.

martes, 20 de marzo de 2018

Huerto doméstico y revolucionario II


¡Hala!, ya me he descuidado y tengo el huerto hecho unos zorros.  Pues esto no puede ser; así que me arremango, me pongo los guantes de trabajo y sigo con el huerto doméstico y revolucionario.

Ante la afirmación disparada en contra de tener un huerto en doméstico, en el punto uno del artículo que citaba en la anterior entrada: “la contaminación por metales pesados y compuestos orgánicos”, tengo que explicar que hasta para esto hay remedio en el mundo natural, pues resulta que hay una planta que atrapa los metales pesados derivados de la contaminación en pueblos y ciudades.  La humilde rosa canina, llamada vulgarmente escaramujo, tapaculos o rosa silvestre, es una gran aliada del hortelano.  El truco está en plantar un seto alrededor del lugar donde vayamos a ubicar nuestro huerto.  Si es en un balcón, bastará con poner unas cuantas macetas con rosales silvestres que se encargarán  de recoger los metales pesados que salen por los tubos de escape de los coches.  Es importante saber que este tipo de plantas que se colocan a modo de setos, para frenar la contaminación, después no puedes ser utilizadas como alimento ni para nosotras ni para las plantas.  Así pues, deja a la rosa canica ahí haciendo su función y si acaso la vas podando para aclararle las ramas y evitar, al mismo tiempo, que acabe invadiéndolo todo.

Tenemos el seto y ha llegado el momento de empezar a sembrar o plantar el huerto.

Si nunca has tenido un huerto y desconoces también la jardinería, yo, te recomendaría empezar poco a poco.  Es muy tentador tratar de abarcar todos los procesos que acompañan al establecimiento de un huerto, pero también puede llegar a ser tan desesperante y nos podemos ver tan desbordadas que es mejor ir paso a paso.  Si afianzamos bien cada una de las etapas, podremos ir dando los pasos que nos veamos con el ánimo suficiente de dar y retroceder en cualquier momento sin quemarnos en el intento.

Antes de empezar a plantar lo que te pida el cuerpo serrano es mejor sentarse tranquilamente y hacer una pequeña planificación de lo que queremos plantar.  Empieza por anotar los tipos de hortalizas que deseas: lechuga, cebolla, tomate, pimiento, berenjena…  Una vez tengas la lista hecha (ten en cuenta la temporada para saber qué puedes y no puedes plantar) anota la cantidad de cada producto que eres capaz de consumir sin cogerle asco.  Es muy típico acabar con tal cantidad de pimientos, por ejemplo, que al final los acabas aborreciendo.  Así que moderación, piensa que es mejor que falte que no que sobre.

Yo recomiendo empezar por acudir a un vivero y comprar plantones, al menos el primer año, asegurándote de que no estás comprando variedades híbridas.  Es importante que recalques a quien te sirva la planta que no quieres variedades híbridas, ya que las variedades híbridas dan semillas estériles y te verás obligada a comprar un año tras otro semillas o plantones.

Y  como no es bueno cansarse en demasía en el huerto, lo dejo ahí hasta la próxima entrada.

martes, 27 de febrero de 2018

Huerto doméstico y revolucionario


El 10 de marzo de 2017, coincidiendo con mi próxima operación de hombro, apareció en diario.es un artículo titulado: “Huertos domésticos: seis razones para pensárselo antes de montar uno”.  Las razones en cuestión venían enumeradas del siguiente modo:
1.- La contaminación por metales pesados y compuestos orgánicos.
2.- El gasto de agua puede dispararse.
3.- La inversión inicial puede ser notable.
4.- El desperdicio puede aumentar.
5.- Puede atraer insectos que pican.
6.- Pueden ser una fuente de epidemias.

Bien es cierto que el titular y la enumeración no responden exactamente al desarrollo del artículo, ya que, una vez más, diario.es vuelve a pecar de sensacionalismo en la letra gorda, aunque después el artículo es menos espeluznante que los encabezamientos, no puedo por menos que explicar el tema tal y como me hubiera gustado leerlo..

En primer lugar, cultivar un huerto en el balcón, en la terraza, en el jardín o en cualquier otro espacio del que dispongamos es una buena idea.  Tal y como expresa Vandana Shiva: “cultivar un huerto es el acto más revolucionario que podemos llevar a cabo”.  Esto puede sonar un tanto exagerado, pero deja de serlo si profundizamos convenientemente en el concepto de soberanía alimentaria.

Si tenemos en cuenta que, cada vez más, semillas y plantas se están patentando, esterilizando y modificando genéticamente, caeremos en la cuenta de la profunda dependencia que empezamos a tener de las grandes corporaciones.  Multinacionales productoras de semillas que también lo son de medicamentos y de productos fitosanitarios

Si todas las semillas y plantas acaban en manos de grandes corporaciones dependeremos exclusivamente de su lecho de negocio para poder continuar alimentándonos.  Ha llegado el momento de romper esta dinámica.

Para empezar, podemos tomarnos lo del huerto doméstico como una afición más.  Ya, si eso, hondearemos la bandera de la revolución un poco más adelante.

Como toda afición, la podemos emprender desde el “hágalo usted mismo” (DIY) o gastarnos una pasta en equipamiento, cosa que contradeciría un tanto el espíritu revolucionario del acto, pero no voy a meterme en este gasto, cada uno como lo quiera emprender.  Podemos desde comprar unas jardineras equipadas con riego automático hasta agujerear un saco de tierra y trasplantar en los propios agujeros.  Fabricarnos unas macetas, aprovechar cubos viejos, garrafas, baldes, la vieja bañera del bebé o cualquier otro recipiente en el que veamos el futuro de una deliciosa hortaliza.

Podemos tener un semillero de diseño con sus barras curvas de aluminio y su plástico de chorrocientas galgas, o germinar nuestras semillas en botes de yogur, vasos de plástico, botes de conserva, tetrabricks o cualquier otro recipiente cubierto con cualquier pedazo de plástico transparente.

Como veis la creatividad nos va a acompañar en todo momento.

Es importante, antes de empezar hacerse con un calendario de siembra y plantaciones, más que nada porque estamos tan acostumbrados a ir al “super” y encontrar de todo que ya hemos perdido la noción de la temporada.

Resumiendo, para empezar, necesitamos: recipientes para el semillero, recipientes para las plantas, tierra, calendario de siembras y plantaciones, paciencia y creatividad.

En siguientes entradas continuaré explicando más, que esto me está quedando un poco largo, además aprovecho para invitaros a consultarme cualquier duda que os pueda surgir con el huerto doméstico.

domingo, 21 de enero de 2018

Amor fraterno

Construir un discurso o establecer los fundamentos ideológicos sobre el odio hacia un colectivo que habita en nuestro imaginario, pero que somos incapaces de identificar a las individualidades causantes, es un error, ya que el odio tan solo nos va a devolver odio y no nos va a permitir avanzar en la construcción de una nueva sociedad.  Así pues, cuando se elabora un argumento despreciando a los votantes del PP, a España, a Cataluña, a los “podemitas” o cualesquiera de los grupos “odiables” que conforman el panorama de la actualidad más urgente, en realidad no estamos diciendo nada, porque no estamos generando más simpatías que las de los seguidores incondicionales y así es más que probable que no avancemos más que hacia una espiral de odio y distanciamiento que no conseguirá que alcancemos el amor fraterno, sino el odio exacerbado.

Estos discursos tienen mucho predicamento entre la clase política que tiene tendencia a la defensa a través de la veneración del odio.  Conviene, siempre, que determinado líder político construya un imaginario a través del cual nos resulte fácil transitar, ya que no nos sentimos incluidos.  Lo que sucede es que el político en cuestión no está tratando de construir una sociedad mejor, sino más bien, tratando de mantenerse atrincherado tras una cortina de odio al adversario.  Esto que puede resultar pragmático para moverse en el mundo de la política es una ponzoña para las personas de a pie, ya que nos obliga a mirar con sospecha a nuestros semejantes.

Es bien sabido que un gobernante va a actuar siempre en función de lo que establezca su partido político, el grupo económico de presión correspondiente o en el mejor de los casos según su conciencia.  Pues bien, en todos esos casos puede estar cometiendo un error irreparable para nosotros, los ciudadanos de a pie.  ¿Qué sucede si llega a cometer ese error?  Pues que en absolutamente todos los casos va a defender con uñas y dientes su decisión, y todo ello pese a que vivimos inmersos en una cultura cristiana (hablo de cultura, no de fe, es decir que nos afecta a todos, seamos ateos recalcitrantes, agnósticos o creyentes de misa diaria) donde el arrepentimiento y el acto de constricción tienen el incentivo de ir acompañados del perdón; pero los gobernantes prefieren tomar el camino de la justificación, todo ello suponiendo que sean, a estas alturas, capaces de ver el error que se ha producido en sus narices.  Lo más lejos que hemos llegado ha sido a algún caso aislado que tenía más que ver con el cumplimiento de una apuesta (posible síntoma de ludopatía incipiente) que con un arrepentimiento: léase el caso de Corcuera y su famosa ley Corcuera desmontada por el Tribunal Constitucional.

En definitiva, una vez más, se trata de no dejarnos llevar por la marea del mitin fácil y seamos capaces de detectar la humanidad de las personas que nos rodean.  Veamos cómo, con diferentes sensibilidades, somos capaces de construir un mundo donde el odio colectivo deje paso al amor fraterno.  Dediquémonos a construir con aquellas personas que nos rodean un mundo mejor, libre de sospechas, libre de odios y en el que todos podamos alcanzar el nivel de libertad que merecemos; el nivel de libertad que abarca hasta donde no se acabe con la libertad de nadie, donde todos tengamos cuanto necesitemos a nuestra disposición y que no dependa del mercado, del crecimiento y de esas abstracciones que solo sirven para frenar nuestras ansias de emancipación.


Estoy seguro de que si somos capaces de construir en lugar de destruir seremos capaces de avanzar al ritmo que establezcamos entre todos, no al ritmo que dicte quien quiere mantenerse al mando.  El amor fraterno como primer paso hacia la revolución social me parece un buen principio.