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martes, 27 de febrero de 2018

Huerto doméstico y revolucionario


El 10 de marzo de 2017, coincidiendo con mi próxima operación de hombro, apareció en diario.es un artículo titulado: “Huertos domésticos: seis razones para pensárselo antes de montar uno”.  Las razones en cuestión venían enumeradas del siguiente modo:
1.- La contaminación por metales pesados y compuestos orgánicos.
2.- El gasto de agua puede dispararse.
3.- La inversión inicial puede ser notable.
4.- El desperdicio puede aumentar.
5.- Puede atraer insectos que pican.
6.- Pueden ser una fuente de epidemias.

Bien es cierto que el titular y la enumeración no responden exactamente al desarrollo del artículo, ya que, una vez más, diario.es vuelve a pecar de sensacionalismo en la letra gorda, aunque después el artículo es menos espeluznante que los encabezamientos, no puedo por menos que explicar el tema tal y como me hubiera gustado leerlo..

En primer lugar, cultivar un huerto en el balcón, en la terraza, en el jardín o en cualquier otro espacio del que dispongamos es una buena idea.  Tal y como expresa Vandana Shiva: “cultivar un huerto es el acto más revolucionario que podemos llevar a cabo”.  Esto puede sonar un tanto exagerado, pero deja de serlo si profundizamos convenientemente en el concepto de soberanía alimentaria.

Si tenemos en cuenta que, cada vez más, semillas y plantas se están patentando, esterilizando y modificando genéticamente, caeremos en la cuenta de la profunda dependencia que empezamos a tener de las grandes corporaciones.  Multinacionales productoras de semillas que también lo son de medicamentos y de productos fitosanitarios

Si todas las semillas y plantas acaban en manos de grandes corporaciones dependeremos exclusivamente de su lecho de negocio para poder continuar alimentándonos.  Ha llegado el momento de romper esta dinámica.

Para empezar, podemos tomarnos lo del huerto doméstico como una afición más.  Ya, si eso, hondearemos la bandera de la revolución un poco más adelante.

Como toda afición, la podemos emprender desde el “hágalo usted mismo” (DIY) o gastarnos una pasta en equipamiento, cosa que contradeciría un tanto el espíritu revolucionario del acto, pero no voy a meterme en este gasto, cada uno como lo quiera emprender.  Podemos desde comprar unas jardineras equipadas con riego automático hasta agujerear un saco de tierra y trasplantar en los propios agujeros.  Fabricarnos unas macetas, aprovechar cubos viejos, garrafas, baldes, la vieja bañera del bebé o cualquier otro recipiente en el que veamos el futuro de una deliciosa hortaliza.

Podemos tener un semillero de diseño con sus barras curvas de aluminio y su plástico de chorrocientas galgas, o germinar nuestras semillas en botes de yogur, vasos de plástico, botes de conserva, tetrabricks o cualquier otro recipiente cubierto con cualquier pedazo de plástico transparente.

Como veis la creatividad nos va a acompañar en todo momento.

Es importante, antes de empezar hacerse con un calendario de siembra y plantaciones, más que nada porque estamos tan acostumbrados a ir al “super” y encontrar de todo que ya hemos perdido la noción de la temporada.

Resumiendo, para empezar, necesitamos: recipientes para el semillero, recipientes para las plantas, tierra, calendario de siembras y plantaciones, paciencia y creatividad.

En siguientes entradas continuaré explicando más, que esto me está quedando un poco largo, además aprovecho para invitaros a consultarme cualquier duda que os pueda surgir con el huerto doméstico.