El respeto ha alcanzado tal grado de culto que ha superado
a la libertad. En los últimos tiempos y
como consecuencia de la impunidad democrática con que se imponen leyes desde
los distintos gobiernos y sus respectivas oposiciones que han pasado por este
país vemos cómo se van degradando las libertades individuales en pos del
respeto y la tolerancia.
Ambos conceptos están muy bien para una correcta
convivencia, pero no podemos dejarnos llevar por la mentira de quien se dice
encargado de aplicarlos como preceptos.
En realidad el respeto está sobrevalorado y la tolerancia ni está ni se
la espera por más que se la invoca a todas horas. Vivimos unos tiempos en que los descastados
se plantan frente a la policía para aplaudirles determinadas acciones y son
debidamente apoyados y jaleados por los propios cuerpos de represión del
Estado, mientras las personas de bien, poco proclives a cerrar filas en torno a
casi nada, nos vemos abocadas a sufrir, de una manera más o menos directa la
represión del Estado Democrático.
Esta degeneración de la convivencia colectiva es
consecuencia directa, entiendo que, de muchos factores, y la ley mordaza, la
tipificación del delito de odio y la ley de partidos no son más que la parte
visible de una caída libre hacia la pérdida gradual de libertades individuales en
busca de una sociedad cada vez más mojigata e intolerante. Muchos son los factores y muy graves las
consecuencias.
Quizás pueda parecer que las tertulias televisivas
no son más que una mala caricatura de personajes que imparten sus opiniones
como si fueran los enviados de algún ente superior, pero la realidad es que
lejos de ser una caricatura o un espectáculo dantesco, son un peligro
social. Esa forma de actuar, de despreciar
y de imponer mientras invocan al respeto y la tolerancia es un mensaje que ha
calado muy hondo en el imaginario colectivo.
Así, cuando se quiere criminalizar a algún grupo o alguna actitud,
bastará con activar el modo tertuliano de una minoría social para que al grito
de ¡respeto! se nos aplique más represión.
Cuando Convergència y Unió se planta ante el
gobierno del Partido Popular con una propuesta de ley mordaza (http://ala.org.es/ciu-pide-una-mejor-regulacion-de-las-medidas-y-servicios-de-seguridad-en-las-manifestaciones-y-concentraciones-ciudadanas/)
lo hacen con la excusa de la difícil convivencia en una Barcelona asolada,
según Jordi Jané, por las protestas de los okupas y la destrucción del
mobiliario urbano y la imposible convivencia.
Ese y no otro era el argumento, y estas y no otras son las consecuencias
de entrar al trapo de la criminalización social de un colectivo sin tratar de
saber más, de profundizar y quedarnos solamente con lo que nos disparan desde
las pantallas de televisión, ya sea a través de los mantras de los tertulianos
o de los presuntos periodistas de investigación que se empeñan en que veamos
acciones, que ellos mismos tachan de violentas, y colectivos definidos y
clasificados por ellos mismos como violentos y malvados que quieren acabar con
nuestras apacibles vidas, por todas partes.
Bueno, por todas partes no, cuando la violencia la ejerce el Estado se
empeñan en que veamos una acción necesaria que permite restablecer el orden sin
importar el camino ni las consecuencias.
La ley de partidos que se gestó con la exclusiva
finalidad de ilegalizar una formación política concreta (Herri Batasuna) fue
una precuela de la pérdida de libertades colectivas. El apoyo de buena parte de los partidos
políticos (Partido Popular, Partido Socialista Obrero Español, Convergéncia i Unió,
Coalición Canaria, el Partido Andalucista y el erróneo voto a favor de Gaspar
Llamazares) con la excusa de un par de enmiendas de poca monta para hacerla
parecer una ley más aceptable fueron determinantes para que hubiera un clamor
popular favorable. Otro avance hacia la
pérdida de libertades. Pero este avance
no se podría haber producido sin haber creado un clima favorable. Siempre es necesario, antes de recortar
libertades, un discurso falaz que convierta en necesaria la renuncia de la
libertad individual en favor de una “convivencia pacífica y respetuosa”.
Pues no, resulta que como sociedad no deberíamos
permitir el acomodo en posturas de falso respeto, ni debemos entronizar el
respeto a los altares de la democracia, ya que allí, lo único que debería brillar
sería la libertad individual y colectiva.
No podemos permitir que la clase dominante (económica y política) nos
exija una convivencia carente de conflicto social y de mordaz crítica a las
instituciones. La democracia no debe ser
el Sanctasanctórum. Las instituciones
democráticas no son más que instituciones y como tales deben poder ser
criticadas.
Todo esto es más que probable que derive de una
Cultura de la Transición que tenemos interiorizada y que se trató de romper con
el movimiento del 15M, pero la mojigatería social que se ha establecido entre
nosotros en los últimos años también tiene mucho que ver. Mientras no comprendamos que la libertad es
nuestro bien más preciado tendremos problemas para poder evolucionar como
sociedad. De hecho, los sucesos más
recientes nos demuestran una clara regresión.
Hace 30 años un grupo de música, teatro o cualquier otra expresión de
arte grupal o individual podía crear libremente sin temer demasiado por
posibles represalias, sin embargo, nos encontramos hoy en día con que, esas
mismas acciones que sucedieron en un
tiempo pretérito, pueden hoy devenir en hechos delictivos. Es esto, pues, una prueba irrefutable de la
pérdida de derechos y de lo que ha calado el mensaje de que debemos un sacro
santo respeto a las instituciones que más raya la pleitesía que la ciudadanía y
que empieza a tener similitudes con regímenes de dudosa calidad democrática y
hablo abiertamente, no ya de franquismo, sino de, por ejemplo, Venezuela,
Egipto, Turquía o cualquier otro simulacro democrático.
LAS MARRAS (La
Polla Records)
Esto es el mundo y
yo una persona, todo lo demás llegó después;
todos los sistemas siempre olvidan ésto
Poder es fascismo, fascismo es poder
Poder es fascismo, fascismo es poder
Esto es el mundo y yo una persona, todo lo demás llegó después
El poder se pone entre el mundo y yo
Esto es el mundo y yo una persona, todo lo demás llegó después
Lo que el mundo dice, el poder lo niega
Poder es fascismo, fascismo es poder
Poder es fascismo, fascismo es poder
No al ejército ni vasco ni español
que nadie me mande nunca me gustó
lideres ni ostias ni patrón
ni poder privado ni popular
La tierra no tiene dueño
todas las pisadas le duelen igual
Cada uno, cada uno, uno es
y no creo que esto sea muy difícil de entender
todos los sistemas siempre olvidan ésto
Poder es fascismo, fascismo es poder
Poder es fascismo, fascismo es poder
Esto es el mundo y yo una persona, todo lo demás llegó después
El poder se pone entre el mundo y yo
Esto es el mundo y yo una persona, todo lo demás llegó después
Lo que el mundo dice, el poder lo niega
Poder es fascismo, fascismo es poder
Poder es fascismo, fascismo es poder
No al ejército ni vasco ni español
que nadie me mande nunca me gustó
lideres ni ostias ni patrón
ni poder privado ni popular
La tierra no tiene dueño
todas las pisadas le duelen igual
Cada uno, cada uno, uno es
y no creo que esto sea muy difícil de entender