Debía hablar con ella muy seriamente, y el asunto era tan
espinoso y estaba yo tan y tan soliviantado que no me apetecía tan siquiera
escuchar su voz, ni ver su rostro hasta que no la tuviera frente a frente para
plantearle tan delicada cuestión. Así
pues, decidí enviarle un whatsapp:
— Ven mañana sin falda a mi oficina— y le di a enviar.
A la mañana siguiente, diligente ella, apareció sin
falda, luciendo unas bellas e irresistibles piernas rematadas con unas
braguitas de encaje que convirtieron lo que debía ser una discusión
irreconciliable en el inicio de nuestro amor apasionado. Y es que tener el modo de autoescritura
activado siempre es muy recomendable.
Magnífico final.
ResponderEliminarGràcies Àngels.
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