El estudio de la historia sirve básicamente para
comprender el presente y sobre todo para ver cómo se comporta el poder ante
determinadas situaciones que lo ponen en cuestión. Porque la finalidad fundamental de los estados
es perpetuar el poder de la persona sobre la persona de manera que unos vivan a
costa del esfuerzo y el sufrimiento de otros.
Los “capaces” sobre los “incapaces”, los que tienen los “medios” sobre
los que generan la riqueza.
Si nos remontamos a la Barcelona del 4 de octubre de 1934
nos encontraremos ante una situación que bien podría ser un calco de lo que
estamos viviendo en estos días. Por un
lado un gobierno, el de la Generalitat de Catalunya, representado por Lluís
Companys deteniendo a los militantes más destacados del movimiento anarquista
para acto seguido declarar el Estat Català dentro de la República Federal
Española. Es decir, se suponía que el
gobierno de la Generalitat decidía romper con el Estado Español y poner “rumbo
a Ítaca”, y para ello el primer paso no era plantar cara al opresor gobierno de
la CEDA sino plantar cara al movimiento anarquista representado en ese momento
por los militantes y simpatizantes de la CNT.
El día 6 de octubre a las 12.30 horas en un mensaje radiofónico, a
instancias del conceller de governació Josep Dencàs, Lluís Companys hace la
citada declaración. A las seis de la
mañana del día 7 de octubre Dencàs huye por las alcantarillas y Lluís Companys
se rinde al general Batet.
¿Qué demonios pretendían Dencàs y Companys con estos
movimientos? Pues todo indica que frenar
el avance del movimiento obrero en la Catalunya de los años treinta, objetivo
que era compartido por el gobierno de derechas de la CEDA.
¿Qué ha sucedido recientemente con la patraña de la
famosa “Operación Pandora”? Creo que
debemos remontarnos un poco en el tiempo:
Cuando estalla la revuelta ciudadana en La Puerta del Sol
y se extiende por la mayor parte de las capitales del país, los gobernantes ven
peligrar sus poltronas y el capital huele el aliento del pueblo que toma conciencia
del poder que tiene. ¿Cuál es la
reacción del gobierno de España? Pues en
un primer momento acusar a los activistas de radicales, terroristas y otra
serie de istas que apenas convencen ni a los periodistas que los escupen desde
sus equipos de redacción.
Se aprueban leyes represivas y se lanzan propuestas
políticas en forma de partidos que hacen “nueva política”, probablemente esto
último no esté ni siquiera orquestado, simplemente tenemos tan interiorizado el
sistema de partidos que parece la solución más rápida y factible el lanzarse a
conquistar el poder, cuando lo que hay que hacer es erradicarlo, pero esto es
mi opinión.
Sin embargo, Cataluña, que siempre ha ido a la vanguardia
de los tiempos, decide izar las velas del barco de la independencia y poner
rumbo a Ítaca con el único fin de buscar un enemigo común que desvíe la
atención de lo que está sucediendo; el parlamento ha aparecido rodeado por la
sociedad civil que reclama justicia y esto no es un tema baladí.
Pero no se van a contentar con ello. Cuando toda la atención ya está fijada en
Cataluña como nación y Madrid como enemigo de todos los catalanes deciden dar
el golpe de gracia y lanzan a la policía autonómica a detener a un grupo de
libertarios que son la vanguardia de una sociedad civil que reclama vivienda,
trabajo y libertad. Y todo esto lo hace
antes de que por la cabeza de los malos malísimos de la derechona española pase siquiera la idea de aprobación de la Ley Mordaza.
Así pues, una vez más, podemos decir que objetivo
conseguido. En octubre de 2015, tal y
como sucediera en octubre de 1934 el independentismo catalán allana el camino
de la represión y actúa como laboratorio de experimentación de cómo hay que
acabar con los desmanes del populacho.
No, no sirve el argumento de que la policía autonómica
actuó como mera policía judicial a las órdenes de la Audiencia Nacional,
porque, como la propia policía reconoce, las actuaciones las iniciaron ellos
mismos durante 2014 y luego las continuó e instruyó la Audiencia Nacional, ya
que nos encontrábamos ante peligrosísimos lectores de libros y librepensadores
capaces de andar explicando que el destino de cada uno de nosotros está en
nuestra manos y no en manos de aquellos que deciden erigirse en gobernantes.
Resulta paradójico que la Generalitat de Catalunya y
Esquerra Republicana de Catalunya celebren el ochenta aniversario de los
sucesos de 1934 reviviéndolos de nuevo.
Dedicándose a detener anarquistas en su camino hacia Ítaca, en lugar de
enfrentarse al gobierno de España.
En cualquier caso, si este es el Estado que quieren
proclamar, un estado que infunde terror sobres los ciudadanos, que aplica la
ley mordaza y la ley antiterrorista, que no es capaz de resolver los conflictos
sociales y tira del tan maravilloso contrato social que lo faculta para
gestionar la violencia: señores, no cuenten conmigo para nada.