I
SEAMOS CONSECUENTES
Esto son dos locos que se han escapado del
manicomio y en plena huida, aún bordeando la tapia del frenopático, encuentran
una escopeta tirada en el suelo.
-
Mira unos prismáticos- dice uno de los mochales.
-
¡Ostras que suerte! A ver a
ver- replica el otro tomando la escopeta por los cañones y utilizándolos a modo
de largavistas.
De repente, la escopeta se dispara y le
revienta la cabeza al tarado que pretendía observar a través de ella.
-
Ostras tú, –dice el otro loco- no me mires con esa cara que yo también
me he asustado.
Sirva este viejo chiste para introducir cual
es mi relación con las armas de fuego.
Podría fácilmente confundir una escopeta con unos prismáticos y acabar
mis días esperando ver algo a través de tan siniestro artilugio.
Todo esto viene a colación porque cada vez es
más frecuente escuchar comentarios que instan a la colocación de bombas, al
asesinato selectivo y, en fin, a la sublevación violenta en cualquiera de sus
expresiones. Ciertamente, cuando se oyen
este tipo de comentarios, uno espera que se trate más de un exabrupto que de
una decisión profundamente meditada. Por
si acaso quería hacer mi pequeña reflexión sobre cuestión tan peliaguda. Aunque lo que escriba tenga menos proyección
que un Cinexin, espero, al menos, dejar clara mi postura por si las moscas.
Resulta tentador pensar que el camino más
corto para la consecución de la propia verdad sea el uso del terror. Si el otro tiene miedo, se bloquea y deja de
joderme. Ahora bien, si leemos un poco
de historia podremos deducir que el terror es y ha sido un instrumento del
poder y como tal, aquellos que no ostentamos el poder ni deseamos ostentarlo,
deberíamos abstenernos de usarlo para conseguir ningún fin.
Pese a
haber personas que indican que el concepto del terror parte de la Revolución
Francesa, la verdad es que no estoy muy de acuerdo con esa afirmación, puesto
que, aunque se hable del periodo del terror para referirse a una época concreta
de la citada revolución, el poder no ha hecho nunca ascos al uso de la fuerza
para atemorizar a los más débiles. Si
somos capaces de tener claro que el terror y el uso de la violencia es
patrimonio del poder será mucho más fácil evolucionar (para quienes partan del
uso de la violencia) hacia posturas no violentas que tengan como finalidad alcanzar
la sociedad fraternal.
No siempre el camino que parece más corto es
el que conduce hacia el lugar adonde queremos llegar. Conviene no olvidar lo que le sucedió a
Caperucita Roja que, dejándose asesorar por el Lobo Feroz, tomó el camino
equivocado para ir a casa de su abuelita.
Por tanto debemos tomarnos las cosas con la calma que merecen. Es mejor caminar despacio, pero hacerlo en la
dirección correcta, que dejarse asesorar por el lobo malo y acabar corriendo
como pollo sin cabeza pensando que cada vez falta menos para llegar allá adonde
nos habíamos propuesto.
En realidad la postura de la no violencia, la
resistencia pasiva y la acción directa (actualmente llamada escrache) es la más
temida por el poder. Tengamos en cuenta
que el poder está muy preparado para reaccionar contra cualquier brote
violento. De hecho es lo que más
desea. ¿Os habéis dado cuenta de que en
cualquier medio liberal o del llamado “carajillo partie” se preguntan día sí y
día también por qué no hay una sublevación?
¿Por qué el pueblo no se arma y toma las calles? ¿Verdad que es raro que esta gente se lo
plantee? La respuesta es bien sencilla,
si alguien está preparado para afrontar un ataque violento es el poder.
¿Cómo está reaccionando la sociedad de este
país ante el drama de la crisis (paro, desahucios, etc.)? Pues de la manera más sorprendente y
desconcertante para el poder: a través
de la solidaridad. Sí, vale, me diréis
que esta solidaridad está partiendo de las familias. Cierto, pero no siempre. No es raro ver muestras de solidaridad y
apoyo mutuo entre vecinos, entre movimientos sociales, entre amigos y en fin
entre la sociedad civil en general con gestos que en algún caso llega a
conmover. ¡Ojo!, hablo de solidaridad y
apoyo mutuo, no de caridad.
II
UN POCO DE BIOGRAFÍA Y UNAS POCAS DE MEDALLAS
Eran mediados de los ochenta cuando un grupo
de jóvenes de Fraga (alguno de ellos realmente joven) decidimos juntarnos para
formar el “Col·lectiu per la pau i lo desarmament” Era una época compleja, donde el movimiento
anti OTAN estaba contaminado por sujetos prosoviéticos. No se me entienda mal, había de todo, pero
entre los anti OTAN también había miembros del partido comunista que estaban en
contra de la OTAN, pero no en contra del armamento como medida disuasoria. De hecho, de este movimiento surgió después
lo que hoy conocemos como Izquierda Unida.
De todas formas no era el caso del Col·lectiu que constituimos en Fraga,
donde teníamos muy claro que las armas no podrían tener la razón, sólo la
fuerza. Creíamos (y continuamos
creyendo) en la resistencia pacífica y en la no violencia, por tanto, de
ninguna manera, podíamos estar de acuerdo con el ingreso de España en una
organización bélica y belicista como la OTAN.
Fue una época muy agitada y en un pueblo la
verdad es que, a veces, las posturas se ponen cuesta arriba. Eran los tiempos en que ya luchábamos por la
supresión de la mili obligatoria y nos acercábamos al ecologismo. A todo esto me llegó la edad de ser llamado a
filas. Ya llevaba tiempo atormentado con
el dichoso momentazo. No disponía del
valor suficiente como para declararme insumiso y pasar una temporada entre
rejas, con el añadido de las amenazas del gobierno del PSOE de inhabilitación
para trabajar en la administración pública, prohibición de sacarte el carnet de
conducir y otras sandeces. Así pues, me
declaré objetor de conciencia, lo que implicaba más tiempo de servicio social
sustitutorio. Dentro del Col·lectiu y de
mi círculo más cercano nunca se me cuestionó esta decisión. Por encima de todo está la libertad
individual. Era lo que yo había decidido
y nadie me lo cuestionaba. Ahora bien,
en otros círculos no tan cercanos me llegaron a acusar de cobarde. Estos acusadores eran los defensores del
servicio militar obligatorio.
-Si en la mili haces muchos amigos. Mira, yo, los mejores amigos de mi vida los
he hecho en la mili. Además, ¿de qué
tienes miedo tú?
En fin…
Lo más gracioso del caso es que estos mismos para los que entonces era
un cobarde ahora soy un elemento al que presuponen tendencias violentas.
III
GENERALES, SOLDADOS O REVOLUCIONARIOS
Los exabruptos a favor de actos violentos o
armados que he escuchado no partían de elementos que a priori pudieran parecer
antisistema, sino más bien al contrario, podríamos hablar de sujetos claramente
integrados en el sistema, von unos valores democráticos formales que no
merecerían el más mínimo atisbo de sospecha.
Sin embargo, son capaces de proferir
exaltados discursos sobre la necesidad de liarse a tiros a la mínima de
cambio. Es de suponer que estemos ante
una hornada de nuevos generales que desean fervientemente lanzar a sus tropas a
defender un ideario que ni siquiera se han dignado a desarrollar, simplemente
se mueven por el impulso de la solución inmediata.
Bueno, no nos pongamos melodramáticos. Lo que pienso que en realidad sucede es que
estamos ante una frustración generalizada que lleva al exabrupto por el
exabrupto, sin pararse a razonar.
La vida humana es el único bien con el que
venimos de fábrica y por tanto es el único que realmente merece ser conservado
hasta el final. Esto que me ha quedado
como un mal chiste lo que quería decir es que nadie tiene derecho a disponer
sobre la vida de otro individuo, sea cual sea el fin que quiere conseguir.
Todo esto no quiere decir que, puesto que nos
declaramos pacifistas y no violentos tengamos que ser unos primaveras, vivir en
los mundos de Yupi y dejarnos arrastrar por el sistema, sino que esto lo que
nos da son las herramientas y los elementos para trazar el camino a seguir. La resistencia pasiva, la transgresión y la
rebeldía, la acción directa, la solidaridad y el apoyo mutuo son cuestiones que
en ningún caso tienen que ir acompañadas de acciones violentas, sino de un
ansia de cambio y amor fraternal que está por llegar. Precisamente la actitud no violenta es lo que
le da coherencia a la consecución de este fin.
IV
CONCLUYENDO
Sería de pardillos pensar que esta actitud no
es peligrosa. La historia nos demuestra
que los individuos más “moderados” son los que más molestan al sistema. Salvador Seguí, Martin Luther King, Gandhi,
todos ellos murieron de forma violenta por pretender cambiar el sistema desde
posturas conciliadoras con la humanidad.
Puede parecer increíble, pero esto es lo que más desconcierta al poder y
por eso reacciona de forma violenta. A
pesar de que ahora no se estile mucho lo de atentar contra la vida, en las
democracias formales, nada impide colgarte el sambenito de terrorista, etarra o
cualquier otra zarandaja por el estilo.
A ver si así aprendes tú y tus amiguitos a andar jugando con las cosas
de la política.
En fin que el camino es largo y tortuoso,
pero nunca nada satisfactorio y duradero es fácil de conseguir.
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