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martes, 1 de julio de 2014

Eran dos tipos morrocotudos



Sánchez Dragó, personaje esperpéntico con aires de intelectual y que nos pide agradecimiento por compartir espacio generacional con su persona, opinó en su día que los aficionados al fútbol son una especie de ceporros a los que debería retirárseles el derecho al voto.  Tal es la estima en la que tiene este individuo a los forofos del balompié.  Supongo que la victoria de “La Roja” en el pasado mundial de Sudáfrica fue una ocasión ideal para verter estas opiniones, como un engrudo fétido, sobre las páginas de un libro escrito a la limón, con el  otrora intelectualoide Albert Boadella, y embolsarse una pasta gansa vendiendo el producto.

Cierto es que este tipo de eventos, el mundial de fútbol, son una excusa perfecta para lanzarse al despilfarro y la prosopopeya en pos de la eternidad faraónica.  Cualquier político que se precie, sueña con un evento que lo estampe en los libros de historia por los siglos de los siglos, porque ha sido el artífice de los cambios que convirtieron un país de miserables, en un país de postmodernos llenos de infraestructuras y deudas.  Por todo ello, tal vez, Brasil no fuera el lugar más adecuado para que el Partido de los Trabajadores, el que tenía que acabar con la hambruna del país, desatara sus delirios de grandeza en forma de mundial y olimpiadas y no sé cuantas zarandajas más.

En fin que si un gobierno (sea municipal, autonómico, estatal o de cualquier otra índole) necesita de este tipo de fastos para crear infraestructuras y generar bienestar entre sus ciudadanos, pues estamos aviados.  Esto en el mejor de los casos, porque la verdad está ahí fuera y es más siniestra: manos que se meten en cajas, suculentos untes a diestro y siniestro, concesiones bajo mano, etc.  Para luego acabar dejando un panorama de dudosa utilidad o una ordenación urbanística que no responde a las necesidades de los ciudadanos, precisamente por estar pensada para las necesidades de los eventos.

Todo lo dicho no quita para que a quienes nos gusta el fútbol lo veamos.  ¡Faltaría más!  Ello no nos va a convertir en los idiotas que describen esos dos.  Como tampoco se vuelve imbécil el que ve series, colecciona sellos, lee libros, pesca a mosca o dedica su tiempo a cualquier actividad que le divierta.  Porque realizar actividades que nos satisfagan es lo mejor que podemos hacer pese a que haya individuos incapaces de empatizar con la humanidad.

Recuerda que mientras has leído este texto:

     Se han producido 50 millones de orgasmos en el mundo.
     Se han dado más de 200 millones de besos de amor.
     400 millones de niños han reído a carcajadas.
     6000 millones de personas tenían liada y no podían leer este texto.  Los mil millones restantes no tienen internet.

Por último: tranquilo, Dios no degolla un cachorrito cada vez que ves un partido de fútbol.

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