Ha vuelto a pasar.
Uno va tranquilamente de su corazón a sus asuntos, viendo como la vida
transcurre avanzando lenta y sinuosamente por el vértigo de las estaciones y de
repente: ¡zas!, marzo poético que te crío.
Hala, todos los sentimientos desparramados aquí y allá. Como si luego fueran tan fáciles de
recoger. Y, lo peor de todo, es que ya
no te acuerdas de donde había que colocarlos, con lo que se genera un desorden
difícil de recomponer. A ver, creo que
esta aflicción iba colocada junto a este remordimiento. Aquella alegría debería haberla colocado
junto a aquel enamoramiento. El
enamoramiento junto a la decepción. Si
es que esto no hay quien lo recoloque.
Por más que quiera, una vez sacudido el polvo y baldeado el cerebro ya
no vuelve a ser el mismo. Reluciente sí,
pero con la sensibilidad a flor de córtex.
Este año, el marzo poético, ha comenzado con un
castillo de fuegos artificiales personificado en Inma Luna y Ana Pérez Cañamares. Ellas viven en primera persona la
sensibilidad y emoción de sus poemas que proyectan como si del efecto kame hame
se tratara. Nos lanzaron sus rayos de
risas y lágrimas que compartimos en una catarsis poética y colectiva que acabó
con todas nuestras endorfinas repartidas por el salón de actos, espanzurradas
contra las paredes, el suelo, el techo, el escenario... Tal era la sobredosis de endorfinas que si al
salir del Palacio Montcada nos hubiéramos encontrado frente a una patrulla de
la guardia urbana o la guardia civil nos hubieran detenido acusados de sobredosis
de estupefacientes poéticos inyectados por vía intrahipotalamosa.
Ahora, con la resaca del domingo, rodeado de
primavera, sol y flores parezco un chamán colgado de peyote. En mi cara se refleja la felicidad de haber
pasado una tarde de sábado fantástica escuchado a dos personas sensibles,
tiernas, amables y tan buenas personas que no desean quedarse su poesía para
autoconsumo, sino que la distribuyen en pequeñas dosis entre los adictos que
siempre buscamos un versito más que nos quite de encima este síndrome de
abstinencia que nos vuelve locos. Inma y
Ana gracias por todo. ¡Viva el marzo
poético!
Esta cónica también es todo un poema
ResponderEliminarMuchas gracias. Un placer recibir comentarios y si encima son halagos ya es un placer superlativo.
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