No es baladí que las virtudes teologales sean Fe,
Esperanza y Caridad. Y digo que no es
baladí porque entre ellas no se encuentra el sustantivo coherencia. Si esto lo vieron así los teólogos sabios en
su momento no veo por qué algunos se empeñan en ensalzar a la categoría de
virtud a la coherencia. Veamos si con un
ejemplo consigo explicarme mejor:
Imagínate que eres una puta. Sí, ya sé que te resulta difícil, pero haz el
esfuerzo. Vamos, concéntrate, haz el
esfuerzo… ¿Ves como no costaba
tanto? Bueno, ahora que ya te tengo
convertida en puta el siguiente paso te resultará mucho más sencillo. Imagínate que estás en el East End de Londres. Es el año 1888 y tú estás en medio de tu
jornada laboral, noche oscura, niebla cerrada y todas esas cosas propias de Londres. Ves surgir una sombra entre la oscuridad y la
niebla, que poco a poco, va adquiriendo apariencia de ser humano. Tras invadir tu espacio vital, acerca los
labios a tú oído y susurra:
— Soy Jack y voy a destriparte.
Lo más probable es que en ese momento, al menos en
primera instancia, te dé por creer en espíritus, abducciones y fenómenos
paranormales. Hasta es posible que te dé
por invocar a la mismísima Vishnú, para que interceda y posea el alma del
citado Jack con el espíritu de Sandro Rey, a fin de convertir su predicción de
destripamiento en una filfa. Pero va y
lo que sucede es que, finalmente Jack, no es coherente con sus actos y en lugar
de destriparte, que es lo que pide su nombre, se decide por fin por besar tu
mejilla, sonreír y continuar su camino como si tal cosa. ¿Verdad que no se te ocurrirá decirle que es
una vergüenza su actitud incoherente?
¿Verdad que no dejará de ser Jack el destripador y dar un miedo que te
cagas, por más que a ti te haya dejado tranquila?
Bueno, todo este rollo de convertirte en puta, de
hacer revivir a Jack, la niebla, la noche y el Londres, aunque parezca inverosímil,
lo traía a cuento de la coherencia. No
de la coherencia como virtud, pero sí como, digamos, cuestión que ayuda a los
que somos cortos de entendederas a centrar los temas.
Hace unos días que estoy viendo a Maduro (insigne
presidente de Venezuela y médium a través del que hace sus apariciones
estelares el finado Hugo Chávez) blandiendo la constitución (literalmente) y
cargando (verbal y literalmente) contra los manifestantes, tachándolos de
individuos de extrema derecha y de saltarse las reglas de la democracia, ya que
salen a la calle en lugar de acudir a las urnas que es el espacio en el que
hablan los demócratas. Otro tanto sucede
con Ucrania, que pasó a ser portada de ABC porque el pueblo soberano había
salido a la calle, harto del gobierno, para pedir más democracia. ABC ensalzaba los valores democráticos del
pueblo ucraniano que tenía el valor de retar al gobierno (elegido democráticamente)
saliendo a la calle.
Siendo las afirmaciones de ABC de una clarividencia
incontestable y las afirmaciones de Maduro de un absurdo abrumador, me gustaría
centrarme ahora en la actitud del gobierno español:
¿Qué hace el gobierno de España cuando hay manifestaciones
en contra de él? Lo mismo que Maduro y
su gobierno de “izquierda revolucionaria”
¿Qué dicen aquellos que creen ver en el gobierno venezolano un rayo de
esperanza del ascenso de la izquierda a cotas de poder por vías
democráticas? Ponerse del lado de un
discurso que es clavadito al esgrimido por el gobierno “ultra facha”, de
nuestro país, que nos atenaza.
¿Adónde me lleva esto? A parte de a cabrear a unos y a otros, como
suelo hacer habitualmente. Pues me lleva
a pedir un poquito de coherencia, aunque como he dicho al principio, la
coherencia es una virtud relativa, no una virtud teologal. Pero, como también he dicho, la coherencia me
ayuda a que el mundo me resulte más comprensible. Así pues cuando el pueblo salga a la calle
espero que todos (este todos en negrita y subrayado) seamos capaces de ver en
ello un ejercicio de democracia y no a neonazis, antisistemas, fachas o
extremas izquierdas campando a sus anchas frente a los “pobres servidores del
orden”
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