Robaron la estatua de Becquer.
Cada vez cruzan menos golondrinas el estrecho.
¿Habrá llegado el fin del amor?
Tal vez.
A lo mejor la solución a la crisis del amor sea
aplicar recortes.
Utilizar recetas liberales.
Que sean los mercados los que regulen el amor.
Someter el enamoramiento,
la confianza mutua y el proyecto común a la ley de la
oferta y la demanda.
Crear un espacio de besos común
regulado por un banco central europeo
que se encargue de repartir los abrazos y el placer
por doquier;
creando una moneda única,
un amor único que sea en todos los individuos el
mismo
y válido para todos los países del Espacio Común.
Convocar una troika que regule las miradas furtivas,
las caídas de párpados y las caricias robadas.
Convocar elecciones para que depositemos nuestros
corazones en urnas
que viajen hasta el parlamento europeo encargado de
gestionar nuestras emociones.
Porque,
claro,
nosotros ya no nos vemos capaces.
No podemos ser dueños de nuestro propio destino.
Robaron la estatua de Becquer.
Cada vez cruzan menos golondrinas el estrecho.
¿Habrá llegado el fin del amor?
Tal vez.
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