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jueves, 29 de enero de 2015

Las trompetas de Jericó



Cuando los israelitas comenzaron a cuestionarse cual era su situación y de qué manera podían solucionar sus problemas apareció un tal Josué decidido a comandarlos.  Así pues, contra todo pronóstico, los israelitas iniciaron un peregrinaje que los llevó a cruzar el río Jordán y a avanzar hacia Jericó siguiendo al que se había erigido en líder indiscutible.

El tal Josué los convenció de que debían seguir avanzado hacia Jericó, y para ello se hizo acompañar de siete sacerdotes que armados con cuernos o trompetas (la historia no está demasiado clara al respecto) los ayudarían a derribar a la casta que allí, en Jericó, habitaba.

     Pero Josué —preguntó un niño— ¿cómo haremos para derribar las altas murallas de Jericó.
     No os preocupéis —contestó Josué recostándose sobre el arca sagrada— He enviado dos espías helenos, Chiripas y Derechona, para que espíen directamente a la casta jericoana.
Los israelitas se sintieron reconfortados con Josué.  Ahora había un objetivo a corto plazo, a la vista, al alcance de la mano.  Ya se había acabado aquello de vagar en el desierto sin líder al que seguir sólo planteando preguntas y sin nadie que les facilite respuestas.  ¡Mecachis!

Ya han llegado junto a las murallas de Jericó y Josué explica cuales son los pasos:

     Daremos una vuelta a la muralla cada día y lo haremos portando el arca sagrada tras los siete sacerdotes.
Un grupo de israelitas se atrevieron a cuestionar a Josué planteando que en lugar de tratar de entrar en Jericó si no sería mejor buscar un buen lugar donde acampar y organizar su propia vida.  Pero nada más plantear esta cuestión fueron arrestados por una tal Pandora venida directamente del interior de Jericó.  ¡Oh, Dios mío!, dicho con todo el respeto.

Tras dos días dando vueltas y viendo que lo del Chiripas no avanzaba demasiado, los más viejos del lugar se dirigieron a sus congéneres explicando que en el año 1382 antes de Cristo (signifique lo que signifique hablar de Cristo antes de que éste irrumpiera) ya hubo un tipo que los encandiló para que se apostaran junto a Jericó para tratar de derribar sus murallas y al final ese tipo se había colado en la ciudad y los dejó a todos abandonados en el desierto.

Josué para contrarrestar esta afrenta se juntó con un bardo, que había compuesto una jerigonza como mofa del gachó que se había colado en Jericó, y cantó con él al unísono intentando restar importancia a lo que habían hecho otros antes que él.

Los israelitas, con energías renovadas, siguieron dando vueltas tras Josué, los siete sacerdotes cornudos (o trompeteros) y el arca sagrada de manera que iban configurando un círculo la mar de hermoso.

Al sexto día el Chiripas no había regresado, pero Josué dijo que no tenía importancia, que nosotros a lo nuestro que es dar vueltas a las murallas.

El séptimo día dieron la última vuelta y los siete sacerdotes hicieron sonar sus cuernotrompetas.  Los israelitas convertidos en masa enardecida empezaron a dar gritos de guerra con tanto fervor que no se dieron cuenta de que Josué, los siete cornudos y el arca se colaban en Jericó y los dejaban abandonados, una vez más a su suerte.

Así quedaron los israelitas desencantados, apáticos, abatidos… Y seguirían así hasta que un nuevo Josué apareciera dispuesto a liberarlos liderarlos…  O hasta que decidieran ser dueños de sus propios destinos y no dejarse guiar por nadie ni tratar de entrar en Jericó.  Porque de Jericó no se sabe de nadie que haya regresado íntegro.

martes, 13 de enero de 2015

Poesía histórica



A los dos nos apasiona la prehistoria
Por eso cada día
Nuestros cuerpos arden voluptuosamente…
Aún no hemos aprendido
A controlar el fuego

jueves, 8 de enero de 2015

Islamofobias e islamofibias

Mucho y muy precipitadamente se está escribiendo sobre el atentado de ayer contra la revista Charlie Hebdo y de cuanto leo, como le sucederá a muchos hay cosas que me gustan, cosas que no me gustan tanto, cosas que no me gustan nada y cosas que me repelen directamente.

De aquello que no me gusta, pese a que reconozco que se trata más de una cuestión estratégica personal, está el hecho de relacionar lo que hacen dos tarados con el terrorismo islámico; básicamente porque no acierto a entender qué narices es esto del terrorismo islámico, el Estado Islámico y demás; pero reconozco que es un problema mío.  A lo que iba: si dos tipos entran en una revista satírica armados con kalashnikovs y arrasan cuanto se les ponga por delante al grito de Alá es grande y no se cuantas paridas más, ¿debo dar por hecho que detrás de lo sucedido hay una organización?  Quiero decir: hace unos pocos días un tarado de Bronchales cargó el coche con bombonas de butano y una chapuza de detonador casero que debía reventar la sede del PP en Madrid y cargarse cuanta persona humana se encontrara en el edificio y sus proximidades.  Pese a ello no fue calificado como acto terrorista.  Me pierdo.  Si el gacho de Bronchales hubiera proferido gritos de Alá es grande, ¿hubiera adquirido la calificación de terrorista?  Porque por el potencial de muertes que podía haber causado no sería.  Ahora bien, seguramente contaba con la misma estructura organizativa que los dos tarados de París.

Insisto, es cosa mía, pero me parece que tratar el tema como si fueran una organización a la que temer sólo da alas a que cualquier chalado mental se calce un arma y en nombre de la justicia divina decida matar cuanto se le pone por delante.

Eso era lo que no me gusta.  Lo que repudio es que en cuanto sale el mal llamado “Mundo Árabe” a más de uno se le pone morcillona (¡toma grosería que acabo de soltar!) y empieza con la cantinela del pueblo oprimido para indirectamente justificar atrocidades, cayendo, sin darse cuenta, en el racismo más burdo, en este caso no por odio hacia un colectivo determinado sino por mal entendido amor, como el que se profesa por un cachorrito.  Y es que la actitud de justificar todos los actos de algunos tarados como si fueran los de todo un pueblo es equiparable a justificar las tropelías de un animalito doméstico mimado.  Y, sucede, que no estamos hablando de animalitos.  ¡Ya está bien de la visión colonialista y occidentalista del mundo!  Estamos hablando de individuos que no difieren de nosotros.  Los pobres están jodidos y los ricos están jodiendo.  Básicamente como aquí.  Entre estas personas, las que apelan al pueblo oprimido, encontraríamos individuos del nivel de Willy Toledo y alguno otro que atribuye a la revista Charlie Hebdo un supuesto carácter islamofóbico, como sería el caso de José Antonio Gutiérrez y su artículo: “Je ne sui pas Charlie.  (Yo no soy Charlie)”  Si Charlie Hebdo es islamofóbica y colonialista, El Jueves es una revista claramente catolicofóbica y deleznable.  En fin, que poner doble rasero de medir a una religión y a otra me parece de poca madurez mental e ideológica, pero es mi opinión y como creo en la libertad de expresión la expreso libremente.

Otra de las cosas que repudio parte de otro colectivo, los desencantados, los que antes eran radicales de izquierdas.  Tal es el caso de Daniel Arjona, periodista de El Mundo que se ha apresurado a pedir una rápida intervención del ejército para acabar de una vez por todas con el “Estado Islámico”  Pero vamos a ver, alma de cántaro, ¿qué es eso del “Estado Islámico”?  ¿Dónde tirarías las bombas?  ¿Sobre París?  ¿A cuántos inocentes estás dispuesto a matar para acertar con un solo culpable?  Si nuestra tradición de derecho y de conciencia moral indica siempre lo contrario:

“Encuentra diez inocentes — dijo Yahvé a Lot— y salvaré Sodoma”
“In dubio pro reo” dice el derecho romano.

Los bombardeos sobre población, por más que se fijen objetivos humanos, no dejan de ser un tema que provoca más daño que soluciones.

Otra de las perlas de este periodista radica en el hecho de que se muestra preparado para batirse “a cara de perro” para convencer al Frente Nacional de lo equivocados que están, pero con estos islamistas no puede.

Curiosa discriminación de la intolerancia.  No sé en qué aspecto ve que será posible convencer a un fascista o un nazi de lo equivocado que está en su odio hacia la especie humana.  Pese a todo entiendo que aquellos que han sido Stalinistas o Maoistas o cualquiera otra radicalidad intolerante, se vean ahora en la obligación de expiar sus pecados y carguen contra todo lo que suene a izquierdoso (léase, en este caso, “Mundo Árabe” y la visión que nos presenta la progresía izquierdista del animalito doméstico)

También  repudio y temo las palabras de Marine Le Pen aprovechando, que el Pisuerga pasa por Valladolid, para pedir la reinstauración de la pena de muerte.  Supongo que acompañada de peticiones de expulsión para todo aquel que tenga aspecto moruno u orígenes no galos.

Pese a todo he dicho que hay cosas que me han gustado, y entre ellas se encuentra la convocatoria de una manifestación en Francia en la que el Frente Nacional no tiene cabida.

También me ha gustado que la comunidad islámica condene enérgicamente los atentados de forma inmediata.  Pero no, como dicen algunos, porque necesite creer que hay musulmanes buenos.  Hace mucho tiempo que no divido a las personas en creyentes y no creyentes, de izquierdas o de derechas.  Sino porque es un buen golpe de efecto y deja sin argumentos a aquellos que se erigen en defensores de la verdad revelada y lo hacer por la vía de las armas.

Por todo ello, dejadme que condene que se mate a personas por expresar su opinión y que grite: ¡JE SUIS CHARLIE (YO SOY CHARLIE)!


Eso sí, no deja de ser mi opinión.

viernes, 2 de enero de 2015

Sigmund rules

Sucedió anoche.  Yo estaba apoyado en la barra del bar, sujetando una cerveza helada.  Un tipo se acercó a mí e inició una de esas conversaciones que sólo se dan en determinados bares a determinadas horas.

Mi cabeza estaba en plena ebullición gracias a la cantidad de cervezas ingeridas a lo largo de la noche y me pilló así, con todos los sentidos alerta y toda la maquinaria de mi cerebro a pleno rendimiento.

Me habló de un tipo con barba llamado Sigmund.  Un tipo que estudiaba cosas de la mente.  Un tipo que dice revolucionó con su yo, su ello y su superyó.  Yo escuchaba con mi yo y mi superyó activados, tratando de evaluar de manera crítica lo que me exponía, al tiempo que con una mano hacía gestos al camarero para que sirviera otra de lo mismo.

No sé en qué momento de la conversación sucedió, pero fue como un mazazo en mi ello.  Mi dijo que, en definitiva, lo que venía a decir Freud, es que tú deseas tener mi polla entre tus piernas.

Salí del bar dando tumbos y vociferando, ¡viva el psicoanálisis!

Esta mañana he despertado y nada más abrir los ojos, antes de desentumecer mi abotargado cuerpo, he visto plasmada sobre la pared de mi habitación, una enorme pintada realizada a brochazos que reza:

“SIGMUND RULES”


No sé, creo que se me ha escapado algo de todo esto del psicoanálisis, pero con esta resaca no tengo ganas de levantarme a mirarlo.