Mucho
y muy precipitadamente se está escribiendo sobre el atentado de ayer contra la
revista Charlie Hebdo y de cuanto leo, como le sucederá a muchos hay cosas que
me gustan, cosas que no me gustan tanto, cosas que no me gustan nada y cosas
que me repelen directamente.
De
aquello que no me gusta, pese a que reconozco que se trata más de una cuestión
estratégica personal, está el hecho de relacionar lo que hacen dos tarados con
el terrorismo islámico; básicamente porque no acierto a entender qué narices es
esto del terrorismo islámico, el Estado Islámico y demás; pero reconozco que es
un problema mío. A lo que iba: si dos
tipos entran en una revista satírica armados con kalashnikovs y arrasan cuanto
se les ponga por delante al grito de Alá es grande y no se cuantas paridas más,
¿debo dar por hecho que detrás de lo sucedido hay una organización? Quiero decir: hace unos pocos días un tarado
de Bronchales cargó el coche con bombonas de butano y una chapuza de detonador
casero que debía reventar la sede del PP en Madrid y cargarse cuanta persona
humana se encontrara en el edificio y sus proximidades. Pese a ello no fue calificado como acto
terrorista. Me pierdo. Si el gacho de Bronchales hubiera proferido
gritos de Alá es grande, ¿hubiera adquirido la calificación de terrorista? Porque por el potencial de muertes que podía
haber causado no sería. Ahora bien,
seguramente contaba con la misma estructura organizativa que los dos tarados de
París.
Insisto,
es cosa mía, pero me parece que tratar el tema como si fueran una organización
a la que temer sólo da alas a que cualquier chalado mental se calce un arma y
en nombre de la justicia divina decida matar cuanto se le pone por delante.
Eso
era lo que no me gusta. Lo que repudio
es que en cuanto sale el mal llamado “Mundo Árabe” a más de uno se le pone
morcillona (¡toma grosería que acabo de soltar!) y empieza con la cantinela del
pueblo oprimido para indirectamente justificar atrocidades, cayendo, sin darse
cuenta, en el racismo más burdo, en este caso no por odio hacia un colectivo
determinado sino por mal entendido amor, como el que se profesa por un
cachorrito. Y es que la actitud de justificar
todos los actos de algunos tarados como si fueran los de todo un pueblo es
equiparable a justificar las tropelías de un animalito doméstico mimado. Y, sucede, que no estamos hablando de
animalitos. ¡Ya está bien de la visión
colonialista y occidentalista del mundo!
Estamos hablando de individuos que no difieren de nosotros. Los pobres están jodidos y los ricos están
jodiendo. Básicamente como aquí. Entre estas personas, las que apelan al
pueblo oprimido, encontraríamos individuos del nivel de Willy Toledo y alguno
otro que atribuye a la revista Charlie Hebdo un supuesto carácter islamofóbico,
como sería el caso de José Antonio Gutiérrez y su artículo: “Je ne sui pas
Charlie. (Yo no soy Charlie)” Si Charlie Hebdo es islamofóbica y
colonialista, El Jueves es una revista claramente catolicofóbica y
deleznable. En fin, que poner doble rasero
de medir a una religión y a otra me parece de poca madurez mental e ideológica,
pero es mi opinión y como creo en la libertad de expresión la expreso
libremente.
Otra
de las cosas que repudio parte de otro colectivo, los desencantados, los que
antes eran radicales de izquierdas. Tal
es el caso de Daniel Arjona, periodista de El Mundo que se ha apresurado a
pedir una rápida intervención del ejército para acabar de una vez por todas con
el “Estado Islámico” Pero vamos a ver,
alma de cántaro, ¿qué es eso del “Estado Islámico”? ¿Dónde tirarías las bombas? ¿Sobre París?
¿A cuántos inocentes estás dispuesto a matar para acertar con un solo culpable? Si nuestra tradición de derecho y de
conciencia moral indica siempre lo contrario:
“Encuentra
diez inocentes — dijo Yahvé a Lot— y salvaré Sodoma”
“In
dubio pro reo” dice el derecho romano.
Los bombardeos
sobre población, por más que se fijen objetivos humanos, no dejan de ser un
tema que provoca más daño que soluciones.
Otra
de las perlas de este periodista radica en el hecho de que se muestra preparado
para batirse “a cara de perro” para convencer al Frente Nacional de lo
equivocados que están, pero con estos islamistas no puede.
Curiosa
discriminación de la intolerancia. No sé
en qué aspecto ve que será posible convencer a un fascista o un nazi de lo
equivocado que está en su odio hacia la especie humana. Pese a todo entiendo que aquellos que han
sido Stalinistas o Maoistas o cualquiera otra radicalidad intolerante, se vean
ahora en la obligación de expiar sus pecados y carguen contra todo lo que suene
a izquierdoso (léase, en este caso, “Mundo Árabe” y la visión que nos presenta
la progresía izquierdista del animalito doméstico)
También repudio y temo las palabras de Marine Le Pen
aprovechando, que el Pisuerga pasa por Valladolid, para pedir la reinstauración
de la pena de muerte. Supongo que
acompañada de peticiones de expulsión para todo aquel que tenga aspecto moruno
u orígenes no galos.
Pese a
todo he dicho que hay cosas que me han gustado, y entre ellas se encuentra la
convocatoria de una manifestación en Francia en la que el Frente Nacional no
tiene cabida.
También
me ha gustado que la comunidad islámica condene enérgicamente los atentados de
forma inmediata. Pero no, como dicen
algunos, porque necesite creer que hay musulmanes buenos. Hace mucho tiempo que no divido a las
personas en creyentes y no creyentes, de izquierdas o de derechas. Sino porque es un buen golpe de efecto y deja
sin argumentos a aquellos que se erigen en defensores de la verdad revelada y
lo hacer por la vía de las armas.
Por
todo ello, dejadme que condene que se mate a personas por expresar su opinión y
que grite: ¡JE SUIS CHARLIE (YO SOY CHARLIE)!
Eso
sí, no deja de ser mi opinión.
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