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jueves, 8 de enero de 2015

Islamofobias e islamofibias

Mucho y muy precipitadamente se está escribiendo sobre el atentado de ayer contra la revista Charlie Hebdo y de cuanto leo, como le sucederá a muchos hay cosas que me gustan, cosas que no me gustan tanto, cosas que no me gustan nada y cosas que me repelen directamente.

De aquello que no me gusta, pese a que reconozco que se trata más de una cuestión estratégica personal, está el hecho de relacionar lo que hacen dos tarados con el terrorismo islámico; básicamente porque no acierto a entender qué narices es esto del terrorismo islámico, el Estado Islámico y demás; pero reconozco que es un problema mío.  A lo que iba: si dos tipos entran en una revista satírica armados con kalashnikovs y arrasan cuanto se les ponga por delante al grito de Alá es grande y no se cuantas paridas más, ¿debo dar por hecho que detrás de lo sucedido hay una organización?  Quiero decir: hace unos pocos días un tarado de Bronchales cargó el coche con bombonas de butano y una chapuza de detonador casero que debía reventar la sede del PP en Madrid y cargarse cuanta persona humana se encontrara en el edificio y sus proximidades.  Pese a ello no fue calificado como acto terrorista.  Me pierdo.  Si el gacho de Bronchales hubiera proferido gritos de Alá es grande, ¿hubiera adquirido la calificación de terrorista?  Porque por el potencial de muertes que podía haber causado no sería.  Ahora bien, seguramente contaba con la misma estructura organizativa que los dos tarados de París.

Insisto, es cosa mía, pero me parece que tratar el tema como si fueran una organización a la que temer sólo da alas a que cualquier chalado mental se calce un arma y en nombre de la justicia divina decida matar cuanto se le pone por delante.

Eso era lo que no me gusta.  Lo que repudio es que en cuanto sale el mal llamado “Mundo Árabe” a más de uno se le pone morcillona (¡toma grosería que acabo de soltar!) y empieza con la cantinela del pueblo oprimido para indirectamente justificar atrocidades, cayendo, sin darse cuenta, en el racismo más burdo, en este caso no por odio hacia un colectivo determinado sino por mal entendido amor, como el que se profesa por un cachorrito.  Y es que la actitud de justificar todos los actos de algunos tarados como si fueran los de todo un pueblo es equiparable a justificar las tropelías de un animalito doméstico mimado.  Y, sucede, que no estamos hablando de animalitos.  ¡Ya está bien de la visión colonialista y occidentalista del mundo!  Estamos hablando de individuos que no difieren de nosotros.  Los pobres están jodidos y los ricos están jodiendo.  Básicamente como aquí.  Entre estas personas, las que apelan al pueblo oprimido, encontraríamos individuos del nivel de Willy Toledo y alguno otro que atribuye a la revista Charlie Hebdo un supuesto carácter islamofóbico, como sería el caso de José Antonio Gutiérrez y su artículo: “Je ne sui pas Charlie.  (Yo no soy Charlie)”  Si Charlie Hebdo es islamofóbica y colonialista, El Jueves es una revista claramente catolicofóbica y deleznable.  En fin, que poner doble rasero de medir a una religión y a otra me parece de poca madurez mental e ideológica, pero es mi opinión y como creo en la libertad de expresión la expreso libremente.

Otra de las cosas que repudio parte de otro colectivo, los desencantados, los que antes eran radicales de izquierdas.  Tal es el caso de Daniel Arjona, periodista de El Mundo que se ha apresurado a pedir una rápida intervención del ejército para acabar de una vez por todas con el “Estado Islámico”  Pero vamos a ver, alma de cántaro, ¿qué es eso del “Estado Islámico”?  ¿Dónde tirarías las bombas?  ¿Sobre París?  ¿A cuántos inocentes estás dispuesto a matar para acertar con un solo culpable?  Si nuestra tradición de derecho y de conciencia moral indica siempre lo contrario:

“Encuentra diez inocentes — dijo Yahvé a Lot— y salvaré Sodoma”
“In dubio pro reo” dice el derecho romano.

Los bombardeos sobre población, por más que se fijen objetivos humanos, no dejan de ser un tema que provoca más daño que soluciones.

Otra de las perlas de este periodista radica en el hecho de que se muestra preparado para batirse “a cara de perro” para convencer al Frente Nacional de lo equivocados que están, pero con estos islamistas no puede.

Curiosa discriminación de la intolerancia.  No sé en qué aspecto ve que será posible convencer a un fascista o un nazi de lo equivocado que está en su odio hacia la especie humana.  Pese a todo entiendo que aquellos que han sido Stalinistas o Maoistas o cualquiera otra radicalidad intolerante, se vean ahora en la obligación de expiar sus pecados y carguen contra todo lo que suene a izquierdoso (léase, en este caso, “Mundo Árabe” y la visión que nos presenta la progresía izquierdista del animalito doméstico)

También  repudio y temo las palabras de Marine Le Pen aprovechando, que el Pisuerga pasa por Valladolid, para pedir la reinstauración de la pena de muerte.  Supongo que acompañada de peticiones de expulsión para todo aquel que tenga aspecto moruno u orígenes no galos.

Pese a todo he dicho que hay cosas que me han gustado, y entre ellas se encuentra la convocatoria de una manifestación en Francia en la que el Frente Nacional no tiene cabida.

También me ha gustado que la comunidad islámica condene enérgicamente los atentados de forma inmediata.  Pero no, como dicen algunos, porque necesite creer que hay musulmanes buenos.  Hace mucho tiempo que no divido a las personas en creyentes y no creyentes, de izquierdas o de derechas.  Sino porque es un buen golpe de efecto y deja sin argumentos a aquellos que se erigen en defensores de la verdad revelada y lo hacer por la vía de las armas.

Por todo ello, dejadme que condene que se mate a personas por expresar su opinión y que grite: ¡JE SUIS CHARLIE (YO SOY CHARLIE)!


Eso sí, no deja de ser mi opinión.

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