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martes, 29 de septiembre de 2015

Devuélveme la vida que me la has quitado...



No eres tú, soy yo.  Reconozco que a estas alturas estoy agobiado, cansado, aburrido, hastiado y más cosas que acaban en “do” y no pongo para no cansar ni aburrir más de lo necesario.

Hace apenas cuatro años se culminaba la protesta de la plaza Cataluña con un acto que puso los pelos de punta a la clase política gobernante.  Los indignados salieron de la plaza y rodearon el Parlament de Catalunya para protestar contra la clase política y los recortes aplicados, además de evidenciar la separación existente entre dirigentes políticos y pueblo.

Hoy con los mismos políticos ocupando las poltronas y alguno más que se ha añadido aprovechando el descontento general, sería impensable una acción como la llevada a cabo en junio de 2011, porque hoy ya no se habla de recortes, privatizaciones, pensiones, sanidad ni educación; hoy lo único importante es el camino hacia la independencia, y es que el poder sabe reconducir las situaciones de crisis (de su crisis) como nadie.

En realidad me importa bien poco si se llega a producir la ansiada independencia de Cataluña.  No es mi batalla.  Pero cada día me despierto pensando si por fin dejarán los políticos catalanes y españoles de andar a la greña con el temita; porque no nos engañemos, el asunto en cuestión les va estupendamente a los políticos en general.  Mientras andan los medios de comunicación colapsados con “el tema”, las conversaciones se centran exclusivamente en “el procés” y los discursos políticos andan con que si la constitución o que si la sociedad civil, aquí se están puliendo el estado de bienestar a golpe de decreto.

El gobierno de España, en un alarde de esquizofrenia sin parangón, ha dilapidado el fondo de garantía de las pensiones en comprar deuda del propio estado español, para evitar el tan temido rescate.  Mientras el gobierno catalán continúa con su proceso de privatización de la sanidad en forma de consorcios, cierre de quirófanos y derivaciones de la atención pública a clínicas privadas.  Y los ciudadanos de a pie preocupados por si Cataluña se independiza o si España se rompe o si las CUP hacen presidente a Mas.

Qué tiempos aquellos en que era noticia que un centro de salud que los políticos habían decidido cerrar por las tardes, continuaba abierto gracias a la Marea Blanca.  Qué tiempos aquellos en que eran noticia los Yayoflautas.  Qué tiempos aquellos en que las conversaciones tenían un fondo político interesante sobre cuestiones sociales que nos afectan en nuestro día a día y no sobre soberanías (españolas y catalanas), países (España y Cataluña) y elecciones.

En fin.

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