Resulta inquietante como de un tiempo a esta
parte (tal vez sea porque me fijo más)
los tertulianos sientan cátedra. ¿Habéis
hecho la prueba de escuchar cualquier tertulia de alguna de las radios o cadenas
de televisión con más audiencia? Podréis
observar con espanto como a lo largo del día, en las diferentes conversaciones
que vas teniendo, se repiten las frases más contundentes escuchadas en la
tertulia con las mismas palabras usadas por el sesudo tertuliano sin citarlo,
como si de una opinión propia se tratara.
Estamos ante el cuarto poder (o el quinto, o el sexto que ya me
descuento con tantos poderes) que es capaz de alienarnos hasta el punto de
perder el criterio. Bien está escuchar
opiniones y razonamientos diferentes.
Bien está interiorizar aquellos puntos de vista que consideres
atinados. Pero de ahí a repetir como
loros las frases va un abismo. En este
proceso de repetición se repiten los cánones de la mala pedagogía fundamentada
en memorizar y aprobar, como si nos halláramos en un permanente examen
académico. ¿Es usted lo suficientemente
sabio para tener una opinión propia? ¿Le
da miedo hacer el ridículo ante sus amigos?
Si es así tal vez conviene ir pensando en cambiar de amigos o aumentar
la autoestima con urgencia.
Cada vez me siento más próximo a las personas
que no tienen, en apariencia, un gran compromiso social, ni se destacan por
pertenecer a tal o cual agrupación política, social o cultureta. Suelen ser un soplo de aire fresco que te
despejan cual caramelos halls.
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