Hay que andarse con ojo con las religiones ya
que pueden llegar a producir ciertos desarreglos. Fijémonos sino en el pobre Buda. Él, que empezó siendo un tipo apuesto y por
culpa de la meditación trascendental se convirtió en una víctima de la ansiedad
y acabó devorando durante la cena todo tipo de dulces y carbohidratos que lo convirtieron
en un orondo Buda. Pobrecito, si es que
tener la carga de la palabra de Dios sobre las espaldas no trae más que
disgustos, y cada uno los canaliza como puede.
¿Qué no hay sexo?, siempre nos quedará el desahogo del chocolate y los
atracones de grasas trans.
Por otro lado Jesús no corrió mejor suerte el
pobrecito. Que ya le decía su padre:
-
Hijo mío, ¿dónde vas con esas greñas y esas barbas? ¿Qué me dirán? A mí, al Dios vengador. Que me tenga que ver así con un hijo hippie que
comulga con el flower power. Pero es que
¿no dices nada hijo mío? ¡Claro! Por una
oreja te entra y por la otra te sale.
-
- YAVEhS- contestaría Jesús irreverente.
-
- Y esos amigotes con los que andas revolcándoos todo el día por el
monte de los olivos. Y ¿qué es eso de
andar sin dinero en los bolsillos?
-
Va papá no me Jehoroves.
Y claro tanto jipismo y tanto fliparse y la
cosa acabó como acabó.
Luego dicen que las religiones son un valor
universal. Que lo mismo te valen aquí
que en la China popular que en la otra.
Sí, sí, pero apenas se habla de los chinos musulmanes. Esos pobres parias condenados por su religión
a no emigrar a ningún país de habla hispana, ya que cuando empezaran con los
rezos:
-
Alá es grande y misericordioso…
Serían fulminados por la mano acusadora de la
irreverencia y expulsados de la religión a la que habrían ultrajado y con toda
seguridad tachados de perros infieles.
Pobrecitos, ¡cuánta discriminación!
En fin que esto de la religión es un asunto
harto delicado y como decía el profeta:
“No conociendo los oficios procedamos con
cautela”
Y yo añadiría: que luego pasa lo que pasa.
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