Era un
tipo pobre como una rata, gordo como una vaca y sordo como una tapia.
Era un
tipo Alto como un Pino y tonto como un pepino.
Estaba
este tipo más solo que la una, porque no tenía vista de lince, ni memoria de
elefante.
Nadie
lo quería porque bebía como un cosaco, comía como una lima y fumaba como un
carretero.
Era más
feo que hecho de encargo y más corto que las mangas de un chaleco. Así estaba de mal hecho.
Madre
mía que desprecio para ese pobre diablo.
Andaba
un día atareado como una hormiguita en
tratar de conseguir algo de guita para gastársela en sus cuitas.
Como
nada conseguía vendiendo limonada decidió pedir limosna, más despertó el mismo
desprecio.
Nadie
daba por él ni un duro. Nadie lo miró y
el tipo gordo, sordo y pobre cambió de estrategia.
Lo
mejor, se dijo, será escribir una noveleja.
Mas de
su pluma frases hechas y reflexiones impías eran lo que más sobresalían.
Así que
este tipo sin cultura abandonó la literatura.
Probó a
cazar morsas, a criar patos, a leer a ratos.
Probó a
pedir prestado, a hablar gritando a vivir llorando.
Probó a
llover mirando, a guisar andando y a tirar del carro.
Probó a
temer ver algo, a tiznar mi llanto y a sembrar regando.
Cuando
por fin se dio cuenta que no servía para nada vivió feliz.
Siendo
tonto como un pepino, alto como un pino.
Siendo
sordo como una tapia, gordo como una vaca y pobre como una rata.
Fumando
como un carretero, comiendo como una lima y bebiendo como un cosaco.
San se
acabó
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