Un viejo chiste explica que estaban tres amigos
charlando tranquilamente cuando uno de ellos plantea la cuestión de los viajes
a Nueva York y explica que habrá visitado la ciudad en unas diez o doce
ocasiones. Tras esto pregunta al otro
amigo:
— Y tú, ¿Cuántas veces has estado en Nueva York?
— Pues, yo— contesta el amigo— siete u ocho
— ¿Y tú?— inquiere al tercero.
— Yo— responde— una o ninguna.
Esta semana ha explicado el gobierno, a través de
Soraya Sáenz de Santamaría, que rebaja el IVA de las obras de arte, que pasará
de un 21% a un 10%. Como soy un ser
despreciable y desagradecido, en lugar de alegrarme y dar brotes de alegría,
por aquellos de los brotes verdes, me he sentido, una vez más, insultado por el
gobierno.
Pese a la cara de buena chica que trata de poner
Soraya, cada vez me recuerda más a Aslhey de American Jewelry and Loan, de
manera que en lugar de despertarme confianza me pone en guardia a la espera del
famoso: ¡que te den zorra!, que profiere sin interrupción en el programa de
televisión.
Pese a todo, trato de reponerme a la visión de Ash y
analizo las palabras más que las sensaciones y me pregunto:
— ¿Cuántas obras de arte he comprado en mi vida? Y no solo eso. ¿Cuántas tengo previsto
comprar?
Respuesta:
Una o ninguna.
— Entonces, ¿quién compra obras de arte, por norma
general?
Respuesta:
Aquellas personas con un importante cash (eufemismo que se emplea ahora
para esconder una definición malsonante) en su poder y que desean convertirlo
en una inversión a largo plazo. Por
tanto estaríamos hablando de individuos más bien ricos o de cierta
fortuna. Una vez más el gobierno
legislando a favor de las minorías, para que luego digamos.
Dice Soraya-Aslhey con semblante de carnero
degollado, que por algún sitio hay que empezar…
Y yo le digo que sí, que efectivamente,
por algún sitio hay que empezar, como los enanos, que empezaron siendo
pequeños y mira hasta donde han llegado.
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