Hoy me he levantado acompañado por el
hastío. Me siento cansado de la
vida. Creo que se debe a la intensidad
del fin de semana que me ha sumido en una depresión postcoital. Después de alcanzar algo similar a un clímax
me he hundido en un sopor que en este caso no me resulta agradable.
Avanza el día como avanza un viejo elefante
artrítico por la sabana. Lento, pesado,
dolorido. Supongo que el martes traerá
un cambio de actitud. Supongo que mis
neuronas volverán a su organización habitual, pero hoy permitidme que me sienta
tierno y frágil. Permitidme que no pueda
hilvanar más de dos frases con sentido sin sentir letargo mental.
Tal vez sea la primavera que se empeña en
inundarlo todo de flores, colores y olores que te obligan a ser feliz y deleitarte
con el mundo. Es como si me encontrara
en medio de una celebración de fin de año en la que todos se felicitan y te
felicitan porque es el momento adecuado para desbordar felicidad. Es en esos momentos de explosión de júbilo,
cuando se supone que tienes que divertirte y ser feliz, cuando me invade la
melancolía y no pudo sino mantenerme triste y abatido.
Puede que sea la astenia primaveral, pero hoy
me acompaña más que nunca ese leve trastorno bipolar que tan pronto me
catapulta a las alturas de la euforia como me hunde en la más absoluta de las
miserias. Mi personalidad se asemeja en
esos momentos al prepucio del sobredimensionado miembro viril de un actor porno
durante una larga y agotadora jornada laboral.
Seguramente es demasiado drama para un
lunes. Seguramente habrá hoy muchas
personas que afrontan el empezar la semana como una larga carga que va
despareciendo con el simple despunte del segundo día de la semana. Probablemente seamos muchos individuos
padeciendo el mismo mal. Yo de momento
espero que el descanso nocturno me proporcione los ánimos que ahora me faltan.
Hasta mañana.
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