Hace unos cuantos años, uno de esos abnegados
profesores del instituto, que tenían que lidiar con nuestras mentes
adolescentes y nuestras hormonas desatadas nos dijo que nos iba a llevar de
excursión. Que íbamos a ir a Lleida a
ver a un tipo que escribía libros. Un
tipo que se llamaba José Luís Sampedro y del que no había oído hablar en mi vida
y, seamos sinceros, en aquella época me la traía al pairo.
Partimos la cuadrilla de indocumentados con
la emoción que tiene siempre el escaquearse de una clase. Cualquier excusa era buena, incluso ir a ver
al Sampedro ese, aunque antes de partir tuviéramos que recibir unas pinceladas
de lo que era la obra literaria de
Sampedro.
No recuerdo muy bien en qué espacio se
desarrolló la conferencia. Como digo
hace ya unos cuantos años de mi paso por el instituto, y ya peino alguna
cana. Lo que sí recuerdo es que aquel
hombre, que ya me pareció anciano entonces, me encandiló con su discurso. No consigo recordar siquiera que contó, pero
tengo perfectamente presente el cúmulo de sensaciones. La impresión de haber escuchado a un sabio
continua aún vivo en mi interior. A una
persona afable, cercana y capaz de comunicar emoción en un adolescente, todo
ello desde su elevada edad, continúa aún vivo en mi interior.
También tengo muy vivo el recuerdo de cuando,
después, una vez de vuelta, comenté con alguien (no consigo recordar quien, ya
me disculparéis esta memoria, os aseguro que no lo hago queriendo) lo extasiado
que vine con la charla que nos dio José Luís Sampedro, y me contestó:
-
¿Ese? Pero si es un facha.
-
¡Coño! Pues yo debo ser un facha- contesté yo.
No entendí nada en ese momento. Tal vez era porque la arrogancia no me
permitió dejarme amedrentar por quien intentaba desprestigiar a quien tantos
sentimientos me había despertado, a quien tanto
me había emocionado.
Con los años he ido conociendo un poco más de
la biografía de esta gran persona.
También he conocido algo de la obra de Sampedro, aunque no demasiado, ya
que, lo confieso, alguno de sus libros me resultaba un tanto pesado. Pero sobre todo con los años he sido más y
más consciente de que tenemos la cabeza redonda para que nuestro pensamiento
pueda cambiar de dirección. Es decir, la
cabeza de Sampedro fue bien redonda y por eso fue capaz de cambiar de
dirección, de pasar de ser un facha a convertirse en un férreo defensor del movimiento
del 15M.
Otro gran hombre que se va. José Luís, gracias por conectar con ese
adolescente y que la tierra te sea leve.
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