Las
tribus más primitivas empezaron a organizar su trabajo en función de las
capacidades de cada uno de sus miembros.
Así pues, si uno de los individuos estaba capacitado para orientarse se
convertía en guía del grupo, si alguno de los miembros estaba capacitado para
recolectar las bayas más sabrosas se encargaba de la recolección de los frutos
silvestres, y así sucesivamente. Esto
que en principio parece la mejor forma de organización toparía pronto con
algunos obstáculos que se convirtieron, pronto, en problemas de difícil
solución. Entre los miembros del grupo o
tribu, además de diferentes capacidades, también existen diversas
personalidades, de manera que los habrá alegres, taciturnos, parlanchines y
también los habrá más propensos al trabajo y más gandules; y dentro de los
gandules, los habrá con más caradura o más nobles. Centrémonos en los caraduras gandules:
Este
individuo, dentro de la tribu, en lugar de explicar que el trabajo se le hace
muy cuesta arriba y entre todos intentar encontrar una solución que satisfaga a
todo el grupo por igual, lo que hace es inventarse un nuevo estatus. Así pues surge el hechicero de la tribu. El hechicero es un personaje que no trabaja y
es premiado por ello. El hechicero se
dedica, en un principio, a dar respuesta a todas aquellas grandes cuestiones
que atenazan a la sociedad desde que el mundo es mundo. Por ejemplo: ¿Para qué mierda quiere él un
lubricante sexual que le da frío en sus partes?, o, ¿qué hace el señor ese del
anuncio todavía en el trabajo buscando un vuelo barato? ¿Es que no tiene jefe? ¿Puede una persona mortal estar en su trabajo
indefinidamente buscando vuelos baratos sin que lo despidan? Y encima salir en la tele.
El
hechicero da respuestas o se las inventa y todo el mundo queda asombrado con su
sabiduría que no es tal, con lo que recibe parabienes y queda excluido del
trabajo, ya que su principal ocupación es comunicarse con el más allá. Mas pronto, la tribu no queda suficientemente
satisfecha con el papel del hechicero y empieza a exigirle que, ya que comunica
con el más allá, cure a los enfermos.
Aquí el hechicero tiene que espabilar y empezar a aplicar remedios en
forma de plantas, emplastes y masajes envueltos en una representación teatral
propia de Margarita Xirgu para dar cierto toque esotérico a su cura. Así pues este personajillo fue viviendo y
empoderándose dentro de la tribu consiguiendo su principal objetivo, no pegar
chapa.
Como
tenía línea directa con los de arriba (dioses, espíritus y demás) pronto se
convertiría en consejero del más hábil y el más fuerte de la tribu que pasó a
convertirse en el jefe. Este jefe era diestramente
aconsejado por el hechicero que, lejos de buscar lo mejor para sus congéneres,
continuaba con su obsesión por no trabajar y acumular riquezas, sea en forma de
alimentos, al principio, o en forma de otros parabienes más adelante (acceso a
relaciones sexuales que de otra manera no se habrían producido, una choza
mejor, abalorios, etc.) Fue tal el poder
acumulado por el hechicero que pronto se convirtió en un elemento
imprescindible dentro de la tribu. Y eso
que todavía seguimos sin saber para qué narices quiere él darse con gel frío en
sus partes.
Puesto
que el hechicero contaba con riquezas y poder, el jefe de la tribu no quería
quedarse atrás y pronto se rodeó de una corte de fieles servidores que harían
las veces de soldados. Escogió entre los
miembros más proclives a la caza, personas diestras en el manejo de las armas y
al mismo tiempo con un punto sanguinario, esos a los que se les notaba que
disfrutaban matando y despellejando a las piezas cobradas, y que, además, prorrumpían
en sonoras carcajadas cada vez que alguno de los miembros de la tribu se hería
durante la cacería. Nace el ejército.
Así
pues ya tenemos la configuración del Estado actual. Eso sí con retoques que han ido añadiéndose
en sus estructuras para que todo continúe funcionando de igual modo. El hechicero sin trabajar, el soldado matando
y el gobernante empoderado y ordenando represión.
Cierto
que cuando la ciencia empezó a dar explicación a los emplastes del hechicero,
este, vio peligrar su estatus, pero rápidamente se centró de nuevo en lo espiritual
y buscó salidas airosas, llegando, incluso, a renunciar a la sexualidad
pública. Se reconvierte en chamán,
capellán, imán o cualquier otra figura de índole similar.
Los
militares fueron empoderándose cada vez más, haciéndose amos y señores en
múltiples ocasiones. Los gobernantes se
ponen al servicio de quien sea con tal de continuar en el poder, sea la banca,
el ejército, la democracia o maría santísima.
También se producirán combinaciones (como si de refrescantes cocktails
se tratara) de patriotismo-ejercito, religión-ejercito, gobierno-ejercito,
gobierno-religión, etc.
Mientras
el pueblo continuamos manteniendo a hechiceros, gobernantes y militares con la
falsa creencia de que nos guían y nos cuidan cuando en realidad lo que hacen es
aprovecharse de nosotros. Así pues, tal
vez va siendo hora de acogerlos en el seno del pueblo y que abandonen de una
vez por todas el poder que se han asignado, así entre todos podremos construir
una sociedad horizontal en la que quepamos todos y en la que nadie tenga más
poder que otro. Y, oye, que si eres un
gandul, si eso, lo hablamos, pero n me andes jodiendo con el gel que da frío.