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miércoles, 6 de agosto de 2014

Antropología doméstica



Las tribus más primitivas empezaron a organizar su trabajo en función de las capacidades de cada uno de sus miembros.  Así pues, si uno de los individuos estaba capacitado para orientarse se convertía en guía del grupo, si alguno de los miembros estaba capacitado para recolectar las bayas más sabrosas se encargaba de la recolección de los frutos silvestres, y así sucesivamente.  Esto que en principio parece la mejor forma de organización toparía pronto con algunos obstáculos que se convirtieron, pronto, en problemas de difícil solución.  Entre los miembros del grupo o tribu, además de diferentes capacidades, también existen diversas personalidades, de manera que los habrá alegres, taciturnos, parlanchines y también los habrá más propensos al trabajo y más gandules; y dentro de los gandules, los habrá con más caradura o más nobles.  Centrémonos en los caraduras gandules:

Este individuo, dentro de la tribu, en lugar de explicar que el trabajo se le hace muy cuesta arriba y entre todos intentar encontrar una solución que satisfaga a todo el grupo por igual, lo que hace es inventarse un nuevo estatus.  Así pues surge el hechicero de la tribu.  El hechicero es un personaje que no trabaja y es premiado por ello.  El hechicero se dedica, en un principio, a dar respuesta a todas aquellas grandes cuestiones que atenazan a la sociedad desde que el mundo es mundo.  Por ejemplo: ¿Para qué mierda quiere él un lubricante sexual que le da frío en sus partes?, o, ¿qué hace el señor ese del anuncio todavía en el trabajo buscando un vuelo barato?  ¿Es que no tiene jefe?  ¿Puede una persona mortal estar en su trabajo indefinidamente buscando vuelos baratos sin que lo despidan?  Y encima salir en la tele.

El hechicero da respuestas o se las inventa y todo el mundo queda asombrado con su sabiduría que no es tal, con lo que recibe parabienes y queda excluido del trabajo, ya que su principal ocupación es comunicarse con el más allá.  Mas pronto, la tribu no queda suficientemente satisfecha con el papel del hechicero y empieza a exigirle que, ya que comunica con el más allá, cure a los enfermos.  Aquí el hechicero tiene que espabilar y empezar a aplicar remedios en forma de plantas, emplastes y masajes envueltos en una representación teatral propia de Margarita Xirgu para dar cierto toque esotérico a su cura.  Así pues este personajillo fue viviendo y empoderándose dentro de la tribu consiguiendo su principal objetivo, no pegar chapa.

Como tenía línea directa con los de arriba (dioses, espíritus y demás) pronto se convertiría en consejero del más hábil y el más fuerte de la tribu que pasó a convertirse en el jefe.  Este jefe era diestramente aconsejado por el hechicero que, lejos de buscar lo mejor para sus congéneres, continuaba con su obsesión por no trabajar y acumular riquezas, sea en forma de alimentos, al principio, o en forma de otros parabienes más adelante (acceso a relaciones sexuales que de otra manera no se habrían producido, una choza mejor, abalorios, etc.)  Fue tal el poder acumulado por el hechicero que pronto se convirtió en un elemento imprescindible dentro de la tribu.  Y eso que todavía seguimos sin saber para qué narices quiere él darse con gel frío en sus partes.

Puesto que el hechicero contaba con riquezas y poder, el jefe de la tribu no quería quedarse atrás y pronto se rodeó de una corte de fieles servidores que harían las veces de soldados.  Escogió entre los miembros más proclives a la caza, personas diestras en el manejo de las armas y al mismo tiempo con un punto sanguinario, esos a los que se les notaba que disfrutaban matando y despellejando a las piezas cobradas, y que, además, prorrumpían en sonoras carcajadas cada vez que alguno de los miembros de la tribu se hería durante la cacería.  Nace el ejército.

Así pues ya tenemos la configuración del Estado actual.  Eso sí con retoques que han ido añadiéndose en sus estructuras para que todo continúe funcionando de igual modo.  El hechicero sin trabajar, el soldado matando y el gobernante empoderado y ordenando represión.

Cierto que cuando la ciencia empezó a dar explicación a los emplastes del hechicero, este, vio peligrar su estatus, pero rápidamente se centró de nuevo en lo espiritual y buscó salidas airosas, llegando, incluso, a renunciar a la sexualidad pública.  Se reconvierte en chamán, capellán, imán o cualquier otra figura de índole similar.

Los militares fueron empoderándose cada vez más, haciéndose amos y señores en múltiples ocasiones.  Los gobernantes se ponen al servicio de quien sea con tal de continuar en el poder, sea la banca, el ejército, la democracia o maría santísima.  También se producirán combinaciones (como si de refrescantes cocktails se tratara) de patriotismo-ejercito, religión-ejercito, gobierno-ejercito, gobierno-religión, etc.

Mientras el pueblo continuamos manteniendo a hechiceros, gobernantes y militares con la falsa creencia de que nos guían y nos cuidan cuando en realidad lo que hacen es aprovecharse de nosotros.  Así pues, tal vez va siendo hora de acogerlos en el seno del pueblo y que abandonen de una vez por todas el poder que se han asignado, así entre todos podremos construir una sociedad horizontal en la que quepamos todos y en la que nadie tenga más poder que otro.  Y, oye, que si eres un gandul, si eso, lo hablamos, pero n me andes jodiendo con el gel que da frío.