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viernes, 18 de agosto de 2017

Ante el odio y el dolor

En medio del dolor de las víctimas y del goteo constante de noticias confusas procuro evitar verter ningún tipo de opinión escrita, pero, de alguna manera, me siento obligado a ello, sobre todo por el nivel que veo en algunas de las opiniones.

Me resulta deleznable que haya quien aproveche la ocasión para tirar la caña de la xenofobia.  Los intentos de criminalizar a todos los seres humanos no nacidos en un determinado territorio me parecen una maldad difícilmente justificable, así que como primera medida: adiós amistad en Facebook y bloqueo al canto.  Lo siento, si no te gusta puedes bloquearme también, para eso el señor Zuckerberg se rebanó los sesos poniendo el botoncito.  Y no dejes que te engañen, en este país gobierna el Partido Popular: ¿crees que han decretado ayudas específicas en función de la no nacionalidad española?  Estás fatal de la cabeza.  Respira hondo, relájate, borra las estupideces que te han contado, empieza a razonar por ti misma y deja de envidiar la miseria ajena, que eso es de ser muy miserable.  Y si no te convences pide copia de la ley o las leyes donde vienen escritas ese tipo de ayudas al organismo que las otorga.  Verás que risas.

También me parece absurdo hablar de la venta de armas a Arabia Saudí.  Por más que me encantaría acogerme a la sencillez de la respuesta, en este caso, las armas han sido furgonetas y los explosivos preparados eran bombonas de gas butano.  Tampoco creo que se pueda, por más malabares que se hagan con los argumentos, culpar a las grandes multinacionales como Repsol (afortunadamente esto no ha pasado).  Nada de armamento sospechoso de haber salido de Navantia.

Tampoco entiendo la falta de cordura de quienes, ante el sufrimiento ajeno, se ponen a sacar fotos y grabar videos en lugar de tratar de socorrer a las víctimas o dar consuelo a los no heridos.  ¿Es que hemos perdido la humanidad?  Anda, deja el móvil a un ladico y arromangate, la sociedad te lo agradecerá mucho más.  Seguro que los afectados recordarán y agradecerán mucho más aquellas palabras de afecto o aquellos abrazos silenciosos y reconfortantes que un maldito video donde revivir el dolor propio y ajeno.

Hala, venga, un poco más de humanidad y sobre todo de amor y solidaridad que el odio y el fanatismo solo comporta este tipo de cosas que han sucedido.