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martes, 13 de noviembre de 2018

Bohemian Rhapsody


Anoche fui al cine a ver Bohemian Rhapsody y volví a verificar que los críticos de cine son una pandilla de pajilleros.  Pero ¿qué mierda me han estado contando?.  ¡Si no he hecho más que leer críticas destructivas con la película!.  ¡Esto que es!  ¡Pandilla de disgustados!  ¡Qué son una pandilla de disgustados!.

La película está espectacular.  Los actores son increíbles y no solo por el sorprendente parecido físico con Queen, sino porque imitan a la perfección la pose y los gestos de cada uno de ellos.  Si tuviera que ponerle alguna pega a la película, que no sé por qué debería hacerlo, es que los dientes de Fredy Mercury son un tanto exagerados.  Pero, ¡menuda chorrada!, ¿no?  Es más, Rami Malek hace un trabajo brutal y Gwilym Lee está impresionante, parece que tengas en la pantalla al mismo Brian May.

La película me hizo vibrar.  Me emocionó como hacía tiempo que no lo hacía en el cine.  Lloré, reí y no aplaudí, como hacíamos en el cine de pequeños, porque me he vuelto un adulto insulso, que si no…  Tampoco coreé las canciones porque confieso que nunca he sido muy fan de Queen, aunque reconozco que el motivo principal para no hacerlo es la absurda educación que me obliga a esconder mis emociones, cuando lo que me pedía el cuerpo era levantarme y corear el “We wild rock you”, o berrear “Mama, uuuuh” en el “Bohemian Rhapsody”.

Ya sé que hay quien dice que si no te gusta Queen pues que…  ¡Joder!, que si no te gusta Queen, ¿a qué vas a ver una película sobre Queen?.  Vete a ver películas de arte y ensayo nord Coreano y deja a la humanidad en paz.  Es que hay que ser tonto del culo y misántropo, ¡joder!  ¡Disgustados!, que sois unos disgustados.  Id al cine y disfrutad del espectáculo.