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jueves, 1 de octubre de 2015

La miríada y la ulisea



Ulises partió dejando un cesto con agujas y lana en el regazo de Penélope.  Después, acarició la cabeza de Argos y puso rumbo a Ítaca.

Como Penélope no sabía de costura en lugar de ponerse a hacer punto, se clavó una de las agujas en el pescuezo y se fue de fiesta loca a la discoteca más cercana, triunfando con su nuevo look entre la masculinidad allí presente.

Argos levantó su pata, meó sobre el arco destensado y salió a la calle a olisquear el culo de las perritas que por allí pasaban.

Ulises, mientras tanto, vivió una Odisea, pero eso es otra historia.

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