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viernes, 22 de enero de 2016

La ratita presumida



Había una vez una ratita muy presumida que estaba un día barriendo las escaleras de su linda casa.  De pronto la ratita vio algo brillante en el suelo.  Cuando se acercó se dio cuenta de que se trataba de una moneda de oro.

     ¿Qué me compraré?— se preguntó la ratita pensativa  — ¡Caramelos!  Uy no, que me dolerán los dientes.   ¡Pastelitos!  Uy no, que me dolerá la barriguita.  Ya sé, me compraré un lacito rojo de seda para estar bien guapa.

Así que la Ratita Presumida se fue para el mercado y compró un lindo lacito rojo de seda.  Pero claro, al precio que está el oro el vendedor el devolvió un montón de dinero, así que se compró caramelos, pastelitos y como la moneda era una rareza numismática aún le sobró pasta para irse de vacaciones a Ibiza donde descubrió que había vida más allá de barrer la casita y ser presumida.

Es muy posible que tuviera algún lío un poco burro, algún rollete un tanto perro y, ¿por qué no?, algún gatito zalamero que hizo los posibles por comérsela.

¿Ratones que le pidieran matrimonio?  ¿Por qué?  ¿Porque barre y lleva un lacito rojo?  ¡Vamos hombre!, pero ¿en qué narices crees que se basa una relación de pareja?

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