Así pues, la
malvada reina ordenó al cazador que llevara a Blancanieves al bosque y allí
acabara con su vida. Siendo la reina tan
malvada como desconfiada exigió al cazador que trajera de vuelta una prueba de
la ejecución.
—
Te exijo, cazador, que me traigas el corazón de la niña.
El cazador partió dispuesto
a cumplir la encomienda, mas cuando en medio del bosque se hallaba viendo a Blancanieves
tan cándida y feliz decidió explicarle lo sucedido y pedirle que huyera a lo
más profundo del bosque y que nunca más volviera, puesto que entonces
comprometería la vida del cazador.
Blancanieves corrió
y corrió hasta desaparecer en la espesura del bosque. Entonces el cazador recordó que tenía que llevar
la prueba de la ejecución a la malvada reina.
Miró en derredor y vio a lo lejos una cierva que pastaba despreocupada. Tomó el arma apuntó y la cierva se
desplomó. El cazador sacó un gran
cuchillo del cinto y se dispuso a extraer el corazón de la madre de Bambi.
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