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lunes, 28 de mayo de 2018

Libertad libertad ¿sin ira?


El respeto ha alcanzado tal grado de culto que ha superado a la libertad.   En los últimos tiempos y como consecuencia de la impunidad democrática con que se imponen leyes desde los distintos gobiernos y sus respectivas oposiciones que han pasado por este país vemos cómo se van degradando las libertades individuales en pos del respeto y la tolerancia.

Ambos conceptos están muy bien para una correcta convivencia, pero no podemos dejarnos llevar por la mentira de quien se dice encargado de aplicarlos como preceptos.  En realidad el respeto está sobrevalorado y la tolerancia ni está ni se la espera por más que se la invoca a todas horas.  Vivimos unos tiempos en que los descastados se plantan frente a la policía para aplaudirles determinadas acciones y son debidamente apoyados y jaleados por los propios cuerpos de represión del Estado, mientras las personas de bien, poco proclives a cerrar filas en torno a casi nada, nos vemos abocadas a sufrir, de una manera más o menos directa la represión del Estado Democrático.

Esta degeneración de la convivencia colectiva es consecuencia directa, entiendo que, de muchos factores, y la ley mordaza, la tipificación del delito de odio y la ley de partidos no son más que la parte visible de una caída libre hacia la pérdida gradual de libertades individuales en busca de una sociedad cada vez más mojigata e intolerante.  Muchos son los factores y muy graves las consecuencias.

Quizás pueda parecer que las tertulias televisivas no son más que una mala caricatura de personajes que imparten sus opiniones como si fueran los enviados de algún ente superior, pero la realidad es que lejos de ser una caricatura o un espectáculo dantesco, son un peligro social.  Esa forma de actuar, de despreciar y de imponer mientras invocan al respeto y la tolerancia es un mensaje que ha calado muy hondo en el imaginario colectivo.  Así, cuando se quiere criminalizar a algún grupo o alguna actitud, bastará con activar el modo tertuliano de una minoría social para que al grito de ¡respeto! se nos aplique más represión.

Cuando Convergència y Unió se planta ante el gobierno del Partido Popular con una propuesta de ley mordaza (http://ala.org.es/ciu-pide-una-mejor-regulacion-de-las-medidas-y-servicios-de-seguridad-en-las-manifestaciones-y-concentraciones-ciudadanas/) lo hacen con la excusa de la difícil convivencia en una Barcelona asolada, según Jordi Jané, por las protestas de los okupas y la destrucción del mobiliario urbano y la imposible convivencia.  Ese y no otro era el argumento, y estas y no otras son las consecuencias de entrar al trapo de la criminalización social de un colectivo sin tratar de saber más, de profundizar y quedarnos solamente con lo que nos disparan desde las pantallas de televisión, ya sea a través de los mantras de los tertulianos o de los presuntos periodistas de investigación que se empeñan en que veamos acciones, que ellos mismos tachan de violentas, y colectivos definidos y clasificados por ellos mismos como violentos y malvados que quieren acabar con nuestras apacibles vidas, por todas partes.  Bueno, por todas partes no, cuando la violencia la ejerce el Estado se empeñan en que veamos una acción necesaria que permite restablecer el orden sin importar el camino ni las consecuencias.

La ley de partidos que se gestó con la exclusiva finalidad de ilegalizar una formación política concreta (Herri Batasuna) fue una precuela de la pérdida de libertades colectivas.  El apoyo de buena parte de los partidos políticos (Partido Popular, Partido Socialista Obrero Español, Convergéncia i Unió, Coalición Canaria, el Partido Andalucista y el erróneo voto a favor de Gaspar Llamazares) con la excusa de un par de enmiendas de poca monta para hacerla parecer una ley más aceptable fueron determinantes para que hubiera un clamor popular favorable.  Otro avance hacia la pérdida de libertades.  Pero este avance no se podría haber producido sin haber creado un clima favorable.  Siempre es necesario, antes de recortar libertades, un discurso falaz que convierta en necesaria la renuncia de la libertad individual en favor de una “convivencia pacífica y respetuosa”.

Pues no, resulta que como sociedad no deberíamos permitir el acomodo en posturas de falso respeto, ni debemos entronizar el respeto a los altares de la democracia, ya que allí, lo único que debería brillar sería la libertad individual y colectiva.  No podemos permitir que la clase dominante (económica y política) nos exija una convivencia carente de conflicto social y de mordaz crítica a las instituciones.  La democracia no debe ser el Sanctasanctórum.  Las instituciones democráticas no son más que instituciones y como tales deben poder ser criticadas.

Todo esto es más que probable que derive de una Cultura de la Transición que tenemos interiorizada y que se trató de romper con el movimiento del 15M, pero la mojigatería social que se ha establecido entre nosotros en los últimos años también tiene mucho que ver.  Mientras no comprendamos que la libertad es nuestro bien más preciado tendremos problemas para poder evolucionar como sociedad.  De hecho, los sucesos más recientes nos demuestran una clara regresión.  Hace 30 años un grupo de música, teatro o cualquier otra expresión de arte grupal o individual podía crear libremente sin temer demasiado por posibles represalias, sin embargo, nos encontramos hoy en día con que, esas mismas acciones que sucedieron en un  tiempo pretérito, pueden hoy devenir en hechos delictivos.  Es esto, pues, una prueba irrefutable de la pérdida de derechos y de lo que ha calado el mensaje de que debemos un sacro santo respeto a las instituciones que más raya la pleitesía que la ciudadanía y que empieza a tener similitudes con regímenes de dudosa calidad democrática y hablo abiertamente, no ya de franquismo, sino de, por ejemplo, Venezuela, Egipto, Turquía o cualquier otro simulacro democrático.



LAS MARRAS (La Polla Records)

Esto es el mundo y yo una persona, todo lo demás llegó después; 
todos los sistemas siempre olvidan ésto 
Poder es fascismo, fascismo es poder 
Poder es fascismo, fascismo es poder 

Esto es el mundo y yo una persona, todo lo demás llegó después 
El poder se pone entre el mundo y yo 
Esto es el mundo y yo una persona, todo lo demás llegó después 
Lo que el mundo dice, el poder lo niega 
Poder es fascismo, fascismo es poder 
Poder es fascismo, fascismo es poder 

No al ejército ni vasco ni español 
que nadie me mande nunca me gustó 
lideres ni ostias ni patrón 
ni poder privado ni popular 
La tierra no tiene dueño 
todas las pisadas le duelen igual 

Cada uno, cada uno, uno es 
y no creo que esto sea muy difícil de entender 


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