“Mujer liberal busca hombre culto para conversación
agradable y lo que surja”. Este es el
anuncio con el que me topé en las páginas de contactos. Como quiera que cumplía con el cincuenta por
ciento de los requisitos, era algo hombre y una vez leí alguna cosa, y, sobre
todo, me atraía eso de mujer liberal que sonaba a sexo desenfrenado y sin
cortapisas, eso sí, tras una “conversación agradable”; decidí que había llegado
el momento de lanzarse a la aventura y quedar con la susodicha.
La cita fue en una cafetería a media tarde, lo que
me obligó a no mostrar mi masculinidad más tosca, que hubiera requerido de un
buen carajillo de algo fuerte, pero es que si tomo café a partir de las doce
del mediodía ya no pego ojo por la noche y tampoco tenía la certeza de que
fuera necesario mantenerme despierto y alterado hasta bien entrada la
madrugada; así que pedí una infusión sin teína.
“Sueños de verano” me apuntó el camarero, me pareció lo suficientemente
sugerente pese a que estábamos en diciembre y la pedí con la esperanza de que
el humo de la infusión me envolviera en un halo de aparente “cultez” y creyendo
que eso no pondría en entredicho el concepto que “Mujer Liberal” pudiera tener
de la masculinidad.
Es cierto, cuando apareció no puso en entredicho ni
mi presunta hombría ni mi aparente capacidad de ser persona cultivada y la
tarde transcurrió por vericuetos que no consigo recordar. Permitidme que apunte que ni tan siquiera
recuerdo que clase de conversación mantuvimos, ni que variopintos temas tratamos,
el caso es que sí parecía que yo era el tipo de hombre que buscaba, así que la
“mujer liberal” me aplicó toda una serie de medidas que pasaron por ofrecer
todas mis pertenencias a diferentes empresas que, según ella: “nada como la
iniciativa empresarial para una gestión eficaz de los bienes: rentabilidad,
gestión eficiente, optimización del trabajo y ahorro.” Después tomó al asalto mis pensamientos,
sentimientos y lo poco de ideología que tenía y lo licitó en exposición pública
pasando a manos de una multinacional que se aprestó a una gestión eficaz,
rentabilidad, eficiencia, optimización y ahorro. Por último, mi cuerpo quedó en manos de una
gran empresa del sector sanitario que dice me está gestionando de forma eficaz,
rentabilizando, optimizando y ahorrando; eso sí, mi vida apesta.
Juro que nunca más vuelvo a acercarme al
liberalismo.
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