Quisiera
que mi dedo
Nunca llegara
a retorcerse tanto
Que fuera
incapaz de señalar a los culpables
Y acabara
señalando a sus víctimas
Quisiera que
mi mano
Nunca llegara
a retorcerse tanto
Que me
impidiera teclear las injusticias
Y solo
fuera capaz de recoger las limosnas que me compraran
Quisiera que
el dolor de las rodillas
Nunca fuera
tan fuerte
Que me
impidiera ponerme en pie
Para
sublevarme contra el opresor
Quisiera que
ningún dolor fuera tan intenso
Que los
gritos de libertad
Quedaran silenciados
por los gritos de dolor
Quisiera que
mis dedos no se agarroten nunca tanto
Que me
impidan acariciarte
Y que mis
brazos no sufran por abrazarte
Quisiera que
nunca la injusticia
Me retuerza
de tal manera
Que acabe
odiando en lugar de amar
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