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martes, 29 de enero de 2019

Alfonso Guerra o La Doctrina del Shock


No sabía que Alfonso Guerra había leído a Naomi Klein y su “Doctrina del shock”, y así me quedé yo esta misma semana; en estado de shock.

Sí conocía la poca vergüenza y la cantidad de exabruptos de los que era capaz de hacer gala el susodicho socialista.  No hay más que recordar frases tan memorables como aquella que profirió en sede parlamentaria, cuando le pedían explicaciones por la muerte de aves en Doñana (sino recuerdo mal el suceso, que la frase me quedó grabada a fuego): “por decírselo en términos animales, usted se calla que no tiene usted ni zorra idea”.  Y se quedó tan ancho.

En realidad, Alfonso Guerra, era un tertuliano antes de que estos existieran.  Sería lo que podríamos denominar un proto tertuliano.  Además, él no pugnaba por decir la barbaridad más gorda para que lo llamaran de las teles, él es así de natural, le sale solo.

De hecho, era tal la fama del gachó que los propios socialistas lo animaban (como si le hiciera falta) jaleándolo al grito de “¡Alfonso, dales caña!”, no se si movidos por el ansia de sangre enemiga o por temor a ser ellos los que se mueven y no salen en la foto, tal y como amenazara a la militancia en cierta ocasión.

 Así las cosas, ¿qué es lo que me ha desorientado de tamaño personaje?  Pues sencillamente el hecho de que corroborara las tesis de Naomi Klein que relataba como la escuela de Chicago, los “Chicago Boys”, avanzadilla del neoliberalismo, utilizaron Chile como zona de experimentación de la utopía liberal para, mano miliitari, poner en práctica aquello que preconizaban en sus teorías económicas.

Parece ser que las férreas dictaduras maridan muy bien con el liberalismo, aunque de primeras, para aquellos que se hayan tragado el disfraz del liberalismo, pueda parecer sorprendente, en realidad, para desmantelar todos los servicios público y ponerlos en manos de las empresas “amigas”, para acabar con lo que queda del “Estado del Bienestar” y para trocear los derechos laborales (principios fundamentales del liberalismo, lo de trocear, no lo de los derchos) hace falta un estado muy potente, capaz de reprimir cualquier amago de protesta.

Así que sí, Alfonso, efectivamente la dictadura de Chile sirvió para algo.  Para algo terrible.  Tan terrible como la cantidad de seres humanos encerrados, torturados y asesinados.  Tan terrible como la cantidad de bebés robados.  Tan terrible como la cantidad de personas que no han vuelto a saber nada de familiares o amigos, desaparecidos para siempre.  Tan terrible como la cantidad de derechos perdidos, el reparto de los bienes comunes repartidos entre los amiguitos, debidamente guiado por las ideas económicas de Milton Friedman y Arnold Harberger.

Estoy seguro, señor Guerra, de que Olof Palme se ha revuelto en la tumba después de sus palabras, pero me imagino que eso a usted se la trae al pairo.

En fin, ahí dejo el enlace por si alguien se anima a ver el documental sobre “La Doctrina del Shock” que resulta mucho mejor que escuchar a este cenutrio decir sandeces.

https://youtu.be/yIhZjEsgsNQ

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