Vale, hoy me he propuesto hablar de eso que llaman
Estado Islámico, Yihad, Al Qaeda y demás.
¿Que qué se yo de estos temas?
Absolutamente nada. Aquí podía
acabar la entrada, pero me arriesgaré y continuaré tratando de hablar de temas
que desconozco. Digo que los desconozco
porque por más que leo (que tampoco ha sido mucho) no entiendo lo que tratan de
explicarme. Y es que cuando alguien
habla de estos temas en lugar de aclarar las cosas, parece que lo que hace en
realidad es arrimar el ascua a su sardina.
Así pues, cada vez entiendo menos lo que está sucediendo. Es por ello que me he planteado una reflexión
en voz alta y pública para ver si alguna alma caritativa se brinda a sacarme de
las tinieblas.
Como por autoprescripción no puedo ver noticiosos
llego un poco tarde a dominar el lenguaje que se maneja según el tipo de
noticias que están en el candelero. Es
por ello que de repente me sorprenden algunos términos, por ejemplo: “Lobo
Solitario” La primera vez que lo escuché
pensé que se referían a alguien con una épica detrás. A un tipo resabiado de la vida que, envuelto
en un halo de misterio, se lanzaba a la
aventura de enfrentarse al mundo desde la soledad de su liderazgo. Yo también quería ser un Lobo Solitario y
envolverme con ese manto épico que me convertiría en el nuevo héroe del siglo
XXI. Pero, ¡mierda! A quien se refieren con ese término es a un
chalado que se lanza al asesinato selectivo.
¿Nos hemos vuelto locos? ¿De
quién ha sido la idea de envolver de épica los actos de un desquiciado? No sé, me parece que no es el nombre más
adecuado. Parecería más lógico hablar de
tarados, descerebrados o fanáticos antes que de Lobos Solitarios. Que es que con esa épica cualquier imbécil se
puede subir al carro. Claro que por otro
lado acojona mucho más que te ataque un Lobo Solitario que no que seas víctima
de un chalado que te agrede en nombre de… me importa un bledo de qué.
Michael Moore en Bowling for Columbine hace una
reflexión sobre la manera de actuar de una sociedad azotada por el miedo y una
sociedad que no lo está. Este tema lo
desarrolla a través de una comparativa entre dos sociedades cercanas
geográficamente, pero muy distanciadas en lo social: Estados Unidos y
Canadá. Pues bien, resulta que tanto en
Estados Unidos como en Canadá la tenencia de armas de fuego es algo habitual,
pero la gestión que se hace de este hecho en uno y otro sitio no tienen anda
que ver. Mientras en Estados Unidos se
suceden los tiroteos indiscriminados y los “accidentes domésticos” con armas de
fuego en Canadá no sucede nada de todo esto.
Diferencias: el miedo. Mientras
la sociedad de Estados Unidos vive atemorizada, la de Canadá vive
tranquila. Armas + miedo = desastre.
Pero, ¿qué narices tiene todo eso que ver con la
Yihad? Pues creo que está claro. No es manera de afrontar el problema echando
más leña al fuego y resaltando sucesos aislados como si fueran una situación
generalizada. Porque eso no hace más que
incrementar el temor de la población y dar protagonismo a quien no lo merece, pero
claro, una sociedad acojonada es mucho más fácil de controlar y de engañar.
No sé, por tener una idea de las probabilidades de
morir asesinado que tenemos en España recomiendo darse una vuelta por un
estudio realizado por la Fundación Mapfre (http://www.mapfre.com/fundacion/html/revistas/gerencia/n105/estud_02.html) Allí se puede constatar que existen 7,5
posibilidades entre un millón de morir asesinado en nuestro país. Supongo que si se profundizara un poco más en
el estudio se podría constatar que de estas 7,5 posibilidades, un número
importante de probables víctimas lo serían a manos de sus maridos, de lo que
podríamos concluir que lo realmente peligroso para una mujer es la vida en
pareja, pero eso no parece producirnos pánico.
Según un estudio de National Safety Council, el National
Center for Health Statistics y el Censo de Estados Unidos (http://www.washingtonsblog.com/2011/06/fear-of-terror-makes-people-stupid.html)
un ciudadano estadounidense tiene ocho veces más posibilidades de morir a manos
de la policía que a manos de un terrorista.
Pese a todo el terrorismo continúa generando un temor irrefrenable.
Bueno si ya tenemos claro que el miedo no es un buen
compañero de viaje deberíamos, una vez desterrado este, plantearnos si no sería
conveniente ir cambiando las relaciones que mantienen los gobiernos
desarrollados con los países que tienen las materias primas sobre las que se
sustenta nuestra economía productiva.
Tal vez va siendo hora de dejar de explotar los recursos naturales de
Oriente Medio desde las multinacionales de los países occidentales y que aquellos pueblos puedan ser soberanos
sobre sus propios recursos. Tal vez estaría
bien dejar de someter al ochenta por ciento de la población del planeta, porque
están programando una bomba de relojería que nos está explotando en nuestra
cara. Y es que los excesos de la
economía y la política los acabamos pagando las gentes corrientes del pueblo,
sea aquí, en Irak o en Siria.
No tengo una varita mágica para casi nada, y mucho menos
para acabar con el terrorismo, pero sí creo que deshacernos del miedo y dejar
tranquilos a esos países podría contribuir a que las cosas funcionaran
mejor. Alguien dirá que no se puede
abandonar a aquella pobre gente en manos de fanáticos religiosos que odian a la
raza humana. Y es cierto, por eso mismo, aquellos chalados asesinos, deberían dejar de tener acceso al armamento, porque que yo sepa allí se
producen más bien pocas armas. También
se podría acabar con el bombardeo de la población civil. ¿Os imagináis qué hubiera ocurrido si para
acabar con ETA se hubiera decidido bombardear Guernika? Pues en esas estamos por allá.
Para finalizar, cambiar el modelo energético y acabar con
el crecimiento insostenible nos ayudaría a no depender de los conflictos en las
zonas productoras para asegurarnos el suministro de petróleo.
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