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lunes, 11 de marzo de 2013

¡Maldita poesía!



Desde que el sábado asistiera al recital-charla ofrecido por Begoña Abad que ando desnudo por el mundo.  A ver, esas mentes calenturientas.  Lo que quiero decir es que es como si me hubiera arrancado las vísceras y las hubiera puesto sobre una bandeja y anduviera paseándome con ellas a la vista.  ¡Qué esto no se me hace a mí, leches!   Qué soy un hombre y no puedo andar de aquí para allá exponiendo mis sentimientos al común de las gentes.  Mi condición masculina me obliga a ocultar todo aquello que suene a sentimiento, sensibilidad y demás zarandajas.  Pues desde que asistí el sábado al recital ofrecido por Begoña Abad que no me recupero.  No consigo recolocar las emociones en ese sitio donde no molesten.  No consigo dejar de emocionarme por todo lo cotidiano y en fin he perdido una gran cuota de masculinidad.

Jo, cómo disfrutamos.  Fue un delirio colectivo el escucharla.  Una poeta grande, muy grande.  Una gran persona con una gran moral.

Después del recital tuvimos la suerte de encontrarnos con ella en un bar y, tras abordarla vilmente, intercambiamos impresiones y no solo impresiones, si no que nos deleitó con un sinfín de anécdotas y de charla amena.  Una mujer incansable.  De una amabilidad desbordante y de una humanidad que lo inundaba todo a su paso.

Cuando consiga reorganizar el desbarajuste que me ha provocado esta buena mujer juro que emprenderé la lectura de los libros que anunció el sábado, tanto el de cuentos como el de poesía social.

Desde este modesto perfil quiero dar mi más sincera enhorabuena al ayuntamiento por organizar actos culturales de esta envergadura.  ¡Viva la poesía!  Veis lo que digo.  Si es que estoy que no me conozco.

2 comentarios:

  1. Ay, madre mía, que te has pasado, chiquillo... Bueno, las emociones son así, llegan sin avisar y te desbordan y se dicen cosas que no se esperaba decir y se exagera el cariño y... Muchas gracias, de verdad, es bien hermoso saberte así, pero no he sido yo, tú solito has entrado ahí, en ese territorio que ya es tuyo, te pertenece, no lo olvides.
    Sí recuerdo el bar y las cervecitas, lo recuerdo. Ojalá volvamos a reír juntos.
    Te agradezco que sigas queriendo leer lo que yo escribo, eso hace posibles muchas cosas...
    Besos conmovidos y alegres.

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  2. Buf, ahora si que la has liado. ¡Dios mío que ilusión!

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