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viernes, 1 de marzo de 2013

Esas plantas trepadoras



Confieso que es culpa mía.  No sigo las recomendaciones de amigos y médicos y continúo escuchando la radio y entonces me solivianto, me sube la bilirrubina, se me disparan las pulsaciones y acaba jurando en hebreo.  Esto no puede continuar así.  Tengo que decidir entre los tertulianos o mi salud física y mental.

A partir de aquí y teniendo en cuenta, que no soy gente de posibles y no puedo costearme un juicio, expondré los hechos sin aludir a personas y emisoras.  A ver si me sale.  Voy pallá.

Estaba de viaje.  Ya sabéis.  Coche, sueño, aburrimiento.  ¿Qué vas a hacer?  Se han acabado las pipas.  Se ha hecho caso a los agoreros y se ha abandonado el tabaco.  Pues habrá que encender la radio.   Pues habrá.  ¡Zas!  Enciendo la radio.  Una emisora de mucha audiencia y de amplio ámbito y me topo con que presentan a los tertulianos habituales que hablarán de una nueva organización del sistema aportando grandes ideas.  Atónito escucho el nombre de uno de ellos.  No puede ser.  No es posible que sea Él.  Esto es el sueño que me ha jugado una mala pasada.  Señal de 70 a lo lejos.  Levanto el pie del acelerador.  Observo el cabreo monumental del camionero que tengo pegadito al coche.  Pongo cara de buena persona y continúo escuchando atentamente para ver si reconozco la voz del sujeto.  Y cuando habla…  ¡Ay cuando habla!

Aquí tengo que poner un flashback.  Lo siento.

 Hace varios años surgió con fuerza un movimiento social en una comarca cercana a la nuestra.  Era un movimiento creado por jóvenes que creían (algunos continúan creyéndolo) que tenía que haber otra forma de hacer las cosas.  Que tenía que existir otra manera de relacionarse con la naturaleza que no fuera destruirla.  De ahí surgió un movimiento apoyado por un antiguo líder sindical que puso dinero y empeño en que aquello tirara adelante.  Algunos, que entonces ya no éramos tan jóvenes, vimos nacer este movimiento con ilusión y al mismo tiempo con cautela.  La edad es muy puñetera y te vuelve resabiado.  Se proyectaron grandes cosas.  Se concretó algún encuentro masivo de gran éxito.  Mientras se desarrollaba todo este trabajo había una persona que estaba  labrando un futuro, pero un futuro personal no colectivo.  Algunos nos dimos cuenta enseguida de lo que allí estaba sucediendo.  Esta persona iba cobrando más y más protagonismo.  Se hacía cargo, cada vez más, de cuestiones burocráticas.  En principio por amor al arte.  Redactaba cartas, gestionaba cuestiones con la administración.  En fin, asumía poco a poco la tarea de secretario de la organización.  Por más que avisamos de las intenciones de este tipo nadie nos quiso escuchar.

-          Vosotros sois muy malos.
-          Hay que ir con buenos pensamientos a los sitios.
Cierto es, pero también hay que captar a aquellos que no vienen con buenas intenciones.

En poco tiempo esta persona consiguió legalizar todo el movimiento que se había iniciado y darle por tanto una forma subvencionable.  Primera medida a adoptar: poner a este individuo a trabajar a media jornada.  Primer objetivo conseguido.

Poco después, a través del mecenas que puso la pasta en un primer momento para que esto empezara a andar consiguió un trabajo en una administración comarcal que compatibilizaba con su media jornada.  A partir de aquí ya le perdí la pista aburrido como estaba de seguir una organización subvencionada y que había entrado en una rueda de politiqueo de salón.

Así que pongo en marcha la radio y vuelve a aparecer Él.  El que ha conseguido labrarse un futuro como tertuliano.  Como representante (¿a quién representa?) de algo así como el movimiento alternativo.  Allí estaba el dando lecciones de honradez y explicando cómo había que organizar la nueva sociedad sobre la refundación de una democracia directa y participativa.  Jua, jua, jua, jua.

Después del ataque de risa empezó la reflexión.  Una reflexión que me retrotrajo a mis tiempos de colegio.  Aquellos tiempos en que los maestros (restos del Régimen) se empeñaban una y otra vez en decirme que jamás llegaría a nada.  A los tiempos en que en casa me decían que era un fatal.

¡Cuánta razón tenían!  Con estos escrúpulos y este afrontar las cosas de cara.  Con este llamar a las cosas por su nombre sin amedrentarme por el qué dirán, no se puede llegar a nada.  Bueno a algo sí se llega.  Cuando cae la noche, después de cenar, después de gandulear un rato frente al ordenador o en el sofá.  Cuando llegó a la cama.  Estiro una pata a Cuenca y la otra a Cádiz y duermo como Dios.

4 comentarios:

  1. Tant llegir, tant llegir, i al final, acabes en una cita de Paco Martínez Soria. La ciudad no es para mi? Crec que sí. Petonets, i tapat, que a casa estem tots orgullosos de que sigues un fatal.

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    2. Reconec que quan me fico transcendental al final m’acaba sortint la vena Pacomartinezsoria o qualsevol altra xorrada. Suposo que va en lo meu caràcter. Gràcies per l’orgull, jo també ho estic de tu. I molt.

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